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Cristina Prieto: "Nos han asombrado los recursos que tiene la gente ante situaciones excepcionales"

"Muchas familias nos transmitían la culpa de no haberse dado cuenta antes de la gravedad"

La psicóloga Cristina Prieto, en el exterior del Álvaro Cunqueiro. // Alba Villar

El confinamiento, la incertidumbre, la separación con un pariente enfermo, los duelos en la distancia, el trabajo diario viviendo de cerca el sufrimiento ajeno... La pandemia ha planteado innumerables retos a la salud mental. El Servicio de Psiquiatría del Chuvi habilitó distintas vías para atender de forma ágil esta problemática. La psicóloga clínica Cristina Prieto es una de las profesionales que han coordinado y realizado estas actuaciones, junto a la doctora Irene Esperón.

-¿ Cuánta gente atendieron relacionada con el Covid?

-Cuando empezó todo, hicimos dos tipos de protocolos de intervención: uno para pacientes y familiares y otro para personal. Habilitamos teléfonos de contacto y abrimos un buzón de correo electrónico. Del buzón de pacientes y familiares, nos llegaron unos 95 y sigue abierto. Nos consultaron, sobre todo, a través del médico de familia Eran muchos los que detectaban algún tipo de problemática o de síntoma de trastornos adaptativos. Los atendimos entre varios profesionales. La psiquiatra Irene Esperón y yo lo coordinábamos un poco. Esta vía directa con Primaria para nosotros es muy interesante. Los psicólogos reclamamos mucho nuestra presencia allí y creo que ellos también lo han agradecido y lo han sabido aprovechar para una atención bastante inmediata. Por parte del personal, al principio, estaban más en la batalla de salvar vidas y no se preocupaban de ellos mismos. A nivel individual, nos llegaron 12 consultas. Esta semana empezamos unos talleres de autorregulación emocional y autocuidado y están inscritas 60 personas. Posiblemente les demos continuidad porque es necesario y hay demanda. Esto para nosotros todavía no acabó. Casi está empezando.

- ¿Cuál es el perfil mayoritario en las consultas que les llegan?

-Hemos tenido un poco de todo. Llegó mucha gente sin antecedentes de problemas de salud mental y que, de repente, se vieron desbordadas por el confinamiento, por el miedo a salir y a contagiarse, porque estaban solos y se sentían angustiados por la situación? Alguna familia con algún conflicto anterior y que aumentó. Algún tema de malos tratos. Hubo otra pequeña parte con problemas preexistentes que se vieron agudizados, pero fue lo menos prevalente.

- Así que lo que más problemas ha provocado es estar encerrados.

-Creo que ha sido la situación de excepcionalidad. El confinamiento, en muchos casos, ha afectado, pero también la incertidumbre. Empezó de una forma imprevista, era algo a lo que nadie nos habíamos enfrentado y no se sabía muy bien cuándo iba a acabar. Eso generó problemas de ansiedad, de angustia o dificultades para dormir, en personas que no habían tenido una problemática previa.

- ¿Cómo fue la atención a familiares de personas ingresadas?

-Como la mayoría de los pacientes que estaban ingresados en críticos estaban sedados, hablábamos con las familias. Establecíamos un primer contacto con ellas porque era una situación complicada también para ellas. Muchos estaban aislados, no podían venir a ver al familiar y el único contacto que tenían era con los médicos, que les informaban todos los día de cómo evolucionaba. Hablábamos con ellos a diario y veíamos cómo iban gestionando la situación y cómo estaban, porque muchos eran también contagiados. Ahí intervenimos con unas 25 familias.

- ¿Cómo llevaron esta situación?

-Nos han asombrado los recursos que tiene la gente ante situaciones excepcionales. Te encuentras con familias que, emocionalmente no están bien, están tristes, están nerviosas. Pero, en general, la gente ha sabido adaptarse y regularse. Creo que también el hecho de que se sintieran acompañadas e informadas a diario, ayuda. En algunos casos, nosotros hicimos seguimiento. En otros, tenían mucho apoyo social y familiar y no lo necesitaban. Ahora mismo, seguimos alguna familia, pero es muy puntual. La gente ha ido adaptándose. Y con familiares de pacientes fallecidos también establecimos contacto. Al principio, llamamos a los de todos los que fallecían en el hospital para detectar si podría derivar en un duelo más patológico o que necesitara apoyo a mayores. Luego, se empezó a mandar una carta de condolencias a nivel de área sanitaria y nos parecía que eran dos intervenciones a la vez y eso puede ser casi peor, así que les incluimos nuestro contacto por si necesitaban nuestro apoyo psicológico.

- ¿Y cómo abordan las familias este duelo en la distancia?

-Nos ha asombrado la capacidad de ajuste y adaptación. Es una situación dolorosa emocionalmente. Sobre todo, el duelo que tiene que ver con hacer la despedida del familiar y en la mayoría de estos casos no se pudo porque los traían al hospital, los dejaban en urgencias y ya no los veían más. O una ambulancia iba a su casa y no se volvían a ver. Hay muchas formas de despedirse. Lo que trabajábamos con ellas y lo que muchas ya tenían en la cabeza era cómo hacer su propio ritual de despedida sabiendo que las circunstancias eran muy excepcionales. Como nos afectó a toda la sociedad, era algo que eran capaces de encajar y entender. Luego, cada uno establecía alternativas para cuando acabara el estado de alarma o cuando pudieran hacer algo, aunque fuera más pequeñito. Duelos patológicos no han llegado. No quiere decir que no lo hagan.

- ¿Qué tipo de problemas aparecieron en pacientes ingresados, por ejemplo, aquellos que llevaban mucho tiempo? ¿Casos de culpa o dificultad para asumir lo sucedido?

-La culpa nos la transmitían mucho las familias. La típica culpabilización de no haberme dado cuenta antes de que era tan grave, no haberlo llevado a urgencias antes. En los propios pacientes, fue muy variado. Había alguno que incluso estaba más preocupado porque tenía otro pariente ingresado y no sabía cómo iba a evolucionar. Otros tenían que ver con el aislamiento. aunque hablaran con sus familiares. Se les aconsejaba que no vieran mucho los medios y, aunque les decían que todo estaba bien fuera, no verlo muchas veces te hace pensar que las cosas van peor. Otras veces eran por ingresos prolongados, por sentirse solos, por cómo van a ser las cosas cuando me vaya de alta, cómo me voy a recuperar?

- ¿Todos son problemas pasajeros o puede quedar algo permanente?

-Eso me temo que lo veremos con el tiempo. Por ahora, diría que la sintomatología que más prevalece es de adaptación, de ajuste a esta situación de excepcionalidad en la que hemos tenido que cambiar nuestra vida de antes. No debería prevalecer en el tiempo. En algunos casos, con una atención rápida y que no se demore mucho, no debería haber mayor problema. Por el momento, no estamos viendo estrés postraumático ni psicopatologías muy graves que no se hayan atendido previamente.

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