Más allá de la insólita y continua aglomeración en los súper y mercados, las calles del centro respiraron un ambiente de domingo durante toda la mañana, con poco tráfico, también debido a los cortes por las obras, y vigueses paseando con la familia y sus mascotas.

"Me sorprende que haya tanta gente. Mis padres han ido al supermercado y las colas eran larguísimas. Además hay gente que no se lo toma en serio y no guarda la distancia. Mi abuela ya no sale de casa", comentaba, tras comprar el pan, Bárbara, que prepara oposiciones a psicóloga de la Xunta. "Desde ahora estudiaré en casa porque han cerrado la Biblioteca Central y la academia, que nos seguirá impartiendo la formación o n line. Es lógico que se tomen estas medidas", reconocía.

Lorena regresaba a casa tras visitar el supermercado. "Vivo con mis padres y no quería que ellos saliesen, sobre todo mi madre, por su enfermedad. Solo compré lo justo para el fin de semana, quería conejo y la carnicería está vacía. Estaban pendientes de que llegasen más pedidos", relataba sorprendida esta joven que tampoco abandonará su domicilio a partir de la próxima semana. "Soy administrativa en una empresa de suministros para barcos y empiezo a teletrabajar", comentaba.

Ana, médico prejubilada que no tiene que reincorporarse a su puesto hasta noviembre, aprovechó su salida de ayer a la farmacia para acudir también al estanco y hacer alguna compra en el supermercado. "Cancelamos un viaje a Lisboa con nuestra hija porque consideramos que no había que hacerlo. En casa tenemos juegos y Netflix para pasar el tiempo. Creo que la gente joven, los millennials, está más concienciados sobre la necesidad de encerrarse. Mi hija y sus amigos teletrabajan y no van a salir. A nosotros nos cuesta un poco más. Somos muy tranquilos y no nos lo hemos tomado en serio, aunque se veía lo que se nos venía encima, sobre todo, desde el ámbito sanitario".