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In memoriam // josé marco angulo

Una vida de entrega a sus pacientes

El presidente de la Sociedade Galega de Obstetricia e Xinecoloxía recuerda al doctor vigués José Marco Angulo

El doctor Angulo. // FdV

No sabíamos cuándo desayunaba, no sabíamos cuándo comía, no sabíamos cuándo cenaba, no sabíamos cuándo dormía, no sabíamos dónde estaba, pero sí sabíamos que estaba trabajando.

No hay mayor alegría para un médico que el agradecimiento de sus pacientes. Y sus pacientes se lo agradecían, porque siempre estaba cuando lo necesitaban.

No había lunes, ni martes, ni días de semana diferentes. Él era médico las 24 horas de los 365 días del año y no sólo para sus pacientes. También para todos los compañeros y sus pacientes; acudía a todas las llamadas, fueran de donde fueran.

Llegó a ser jefe después de una oposición ganada por méritos propios a gente con más padrinos. Venía de formarse en Alemania, tras especializarse en anestesia y ginecología en Madrid, nacer en Soria y dejar por un desengaño la cátedra de ginecología de Zaragoza.

Quiso competir con los servicios de ginecología de Santiago y A Coruña. Lo consiguió con creces, fue un magnifico cirujano y el Hospital de Vigo llegó a atender más de 6.000 partos al año, con muy buen resultado obstétrico.

Nunca se puso medallas. Recuerdo que quiso presentar en un congreso una cirugía que había grabado en vídeo, una histerectomía radical en una mujer embarazada Al final no lo presentó; lo suyo era demasiado superior a los otros. Tampoco quiso presumir de haber traído a Vigo a Bernard Fisher, el más prestigioso de los radioterapeutas de mama y precursor del tratamiento conservador del cáncer de mama a un congreso de la Sociedad Gallega de Ginecología. (Fisher nunca había salido de Estados Unidos). Hoy puedo decir que el viaje y su estancia en Vigo lo pagó de su bolsillo.

Marco solo quería trabajar y quería que todos hiciéramos lo mismo. No entendía al que no trabajaba. Tampoco entendía que había normas. Para él, las normas no existían si había una paciente de por medio.

No entendía de limitaciones, de tipos de asistencia, ni de horas, ni de consultas, ni de programaciones, ni de urgencias. (¡Cuánto enfado con los anestesistas! y un abrazo a todos los que han sufrido su persecución).

Marco seguía sin entender que cuestionaran su dedicación y trabajo. Fue depuesto y repuesto, ya que la política en medicina hace estragos. Entendía la libertad a su manera: trabajar, trabajar, trabajar,? y él nos dejaba trabajar, trabajar, trabajar. Todo era pura libertad, la formación era libre. Seguía los consejos de J.P. Sartre que la felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace. Nos dejó trabajar en total libertad.

Como jefe, siempre lo echaré de menos y eso que fui el residente y adjunto más crítico durante mi formación y estancia con él.

Sólo me queda mandar un abrazo a su familia, a sus hijos, que el trabajo los privó de su presencia.

*Presidente de la Sociedade Galega de Obstetricia e Xinecoloxía

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