"Una persona que está sumida en deudas no es capaz de rehacer su vida, puede acabar realizando actividades de economía sumergida... La ley busca que las personas que cumplan los requisitos regresen al circuito financiero y, volviendo a empezar, tengan otra vez capacidad de consumo", explica el financiero Javier de la Torre Rodríguez, que colabora junto al abogado Manuel Carpintero y otros profesionales en el proyecto que pusieron en marcha para llevar casos de la Ley de Segunda Oportunidad. El perfil de deudor, opina, es muy variopinto. "La crisis nos afectó a todos y a todo tipo de extractos sociales", afirma.

La exoneración no significa que las deudas desaparezcan para siempre. Un acreedor podrá pedir la revocación en el juzgado si percibe que posteriormente a que se haya concedido el beneficio hubo una actuación de mala fe. Y si por ejemplo al particular le toca un gran premio de la lotería o recibe una herencia, los acreedores, en el plazo de tiempo previsto en la ley, también pueden reclamar los impagos del pasado.

A esta ley no se puede acudir una y otra vez. Precisamente, uno de los requisitos que cita el texto legal, como recuerda De la Torre, es no haber obtenido este mismo beneficio dentro de los 10 años anteriores.