De no ser por su polémico fondeo en junio de 2013 en Formentera, una escala del Dwinger solo llamaría la atención por su imponente casco de 50 metros, tantos como su mástil. Pero a las pocas horas de arribar ayer a Marina Davila en Bouzas, las redes sociales comenzaban a recordar cuando sus tripulantes fueron acusados de haber provocado un apagón digital en la isla balear tras cortar supuestamente un cable submarino de fibra óptica. Pese al enérgico desmentido del entonces dueño del velero, el holandés Neix Sandmann,Telefónica amenazó con demandarle.