La competencia es máxima -25 aspirantes por cada plaza- y la falta de méritos computables les penaliza frente al resto de candidatos, pero mantienen su empeño y el esfuerzo para convertirse en empleados públicos. Veintiún jóvenes de la asociación Down Vigo preparan oposiciones a la Xunta dentro de su segunda convocatoria específica para personas con otras capacidades. A la espera de conocer la fecha definitiva de la prueba, los aspirantes a funcionarios repasan el temario con sus profesoras y realizan simulacros de exámenes para aprender a controlar sus nervios.

Gracias a la perseverancia de las familias y de estos colectivos, la lucha por un acceso al mercado laboral en igualdad de oportunidades va ganando batallas. Aunque el avance sea lento y apoyado en pequeños logros. De hecho, el Gobierno gallego no convocó sus primeras pruebas reservadas para este colectivo hasta 2016. Y se inscribieron 564 personas para solo 6 puestos de ordenanza en toda Galicia.

"El material para prepararlas no estaba adaptado y se convocaron por concurso-oposición, lo que supone una desventaja de partida. Nosotros tuvimos alumnos con un 10 en el examen que se quedaron sin plaza porque son muy pocas y ellos no reúnen tantos méritos laborales como otros aspirantes. Muchos trabajan, pero tienen contratos temporales de prácticas y eso no les computa", explica Cristina López, técnica de formación de Down Vigo.

En su convocatoria para 2019, la Xunta ha incrementado la oferta a 24 plazas de ordenanza y optado por el formato de oposición. Los aspirantes alcanzan los 575. Además también ha lanzado otra reserva de 30 vacantes para celador del Sergas, en este caso, por concurso-oposición, de forma que volverán a contar los méritos.

Y otro obstáculo es el requisito de contar con un certificado mínimo de gallego -Celga 2- para poder opositar. "Algunos de ellos no lo tienen porque no acabaron Secundaria , así que también tienen que preparar este examen en la Escuela Oficial de Idiomas. Y la Xunta debería valorar incluir profesores de apoyo allí para que puedan seguir el ritmo de una clase ordinaria", demandan desde Down Vigo.

A pesar de todo, los jóvenes con discapacidad intelectual han empezado a ver en las oposiciones "una posibilidad real" de lograr un trabajo. Down Vigo lleva tres cursos impartiendo esta formación que gana alumnos cada año: en 2018 sumaron 14 con una media de notable en las pruebas. También les ayudan a preparar oposiciones de la Administración General del Estado. La oferta desde el Concello o la Diputación es apenas testimonial, "una o dos plazas" en los últimos años.

Dos estudiantes se presentaron el pasado septiembre a los exámenes celebrados en Madrid y, aunque aprobaron, se quedaron sin plaza por no poder acreditar méritos. Se presentaron casi 4.000 candidatos para 279 plazas. La Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) lamentó la "insuficiente" oferta del Gobierno y le pidió esfuerzos para fomentar en mayor medida la "inserción social" y "oportunidades reales".

"Pese a todo, aprobar ya es un logro y una satisfacción increíble para ellos. Quieren trabajar y el hecho de comprobar que son capaces de aprobar y de sacar buena nota les da empuje para seguir e intentarlo al año siguiente", destacan las técnicas de formación Noela Cameselle y Olga Álvarez.

Vigo y el resto de delegaciones de Down Galicia comparten el material que adaptan y los exámenes, entre otro material, en un repositorio común. Los alumnos, acompañados por las formadoras, realizan todos los trámites previos para inscribirse, y el día de la prueba pueden solicitar adaptaciones para facilitar su lectura.

Pero el esfuerzo y los nervios son iguales para todos. También debería serlo el acceso a un empleo y la independencia, por lo que las formadoras de Down Vigo proponen establecer otras modalidades de acceso frente a los méritos de formación y experiencia previa: "Es complicado que puedan haber trabajado en puestos similares antes, por lo que deberían establecerse requisitos más flexibles o plantear la posibilidad de prácticas que puntúen".