"Hablamos de hacer un viaje o un crucero...él lo tiene todo más claro pero yo me he criado aquí, crecí aquí y me va a costar mucho separarme de esto, va a ser como un duelo", narra María José Alonso mientras su marido José Freijeiro "Pepe" recibía emocionado el abrazo de una de sus fieles clientas. Y es que ayer se escribió el último capítulo de la tienda de alimentación que regenta su familia desde el año 1950 en Coruxo. Ella se encarga ahora de recopilarlos en un libro. "Tenemos tantas anécdotas divertidas que me apetecía guardarlas todas para que no caigan en el olvido", contaba María desde una de las estancias de su negocio que durante años sirvió como punto de reunión entre los vecinos para "arreglar el país" o valorar las próximas fiestas del barrio. "Cerrará la tienda pero esta vecindad no la perderemos, seguiremos reuniéndonos aquí para contarnos nuestras historias", bromeaba Pepe.

Lo que iba a ser un día nostálgico despachando por última vez tras el mostrador se convirtió en una gran fiesta sorpresa donde todos los vecinos agradecer a este matrimonio tantos años de trabajo, colaboración y también aguante. "Cuántas veces hemos tenido que abrir la tienda en sábado o domingo porque a alguien se le había olvidado algo...eso no te lo hace cualquiera y menos los grandes supermercados", bromeaba Pepe en relación a las grandes superficies que tanto mitigaron su negocio. "Cuando empezamos éramos como 20 tiendas y vendíamos todos, pero ahora ya la situación es más difícil, llevamos dos años bastante malos así que la jubilación nos llega perfecta", añade este vecino de San Miguel de Oia, quien recaló en Coruxo tras enamorarse de su mujer en la tienda de ferretería en que la trabajaban anteriormente.

Sus hijos, nietas, vecinos, amigos e incluso las pandereteiras y gaiteros del barrio quisieron acompañarlos en este último subir y bajar de persiana. "Lo tenían todo bien escondido", bromean. Ahora, casi 70 años después ya está todo hecho, pero los comienzos no fueron todo lo fáciles que ellos hubiesen querido. "Yo compatibilizaba dos trabajos, estaba en Citroën y cuando terminaba venía para la tienda a ayudarla", narra Pepe.

Lo cierto es que María José y Pepe llevan 42 años al cargo de la tienda, negocio que ella heredó de su abuelo Julio, más conocido como "el gaiteiro de Coruxo". "Yo estuve aquí desde pequeñita, hacíamos de caja de ahorros también, dimos de comer a muchas bocas y no digamos mis abuelos. Pero estas tiendas terminarán desapareciendo, ahora ya no dan", reconoce María José, quien explica que en este último mes todo el barrio sí ha ido a su tiendas "Ahora a la gente le da pena, el venir a buscar una barra de pan y terminar hablando de la campana de la Iglesia o vete tu a saber no se encuentra en otros sitios", comentaba Pepe.

Sus hijos, aunque agradecidos del esfuerzo de sus padres, han optado por otras profesiones. "Ellas están preparadas para estar aquí pero no hemos querido, queremos que tengan su propia vida. Siempre nos han ayudado al igual que nuestra cuñada", agradecían.

Las gaitas pusieron la nota más agradable a una velada con tintes nostálgicos. Precisamente sobre esta gaita que tanto le recuerda a su abuelo, María José narra una de las historias que más le gusta de su libro de recuerdos. "Una clienta muy buena que tenemos que alquilaba habitaciones, vino con gente de Madrid y estaba mi hija ensayando con la gaita. Pues hasta que la niña no le tocó algo a ellos no se fueron. Estuvieron bailando en la tienda horas". También hubo malas experiencias. "Un día me atracaron y me encañonaron con una pistola. Estuve un mes sin comer, vino la Policía y no era capaz de describir ni recordar nada; solo el revolver que era color madera", lamenta.

Ahora que ya no tienen que rendir cuentas, descubren el secreto de su longevidad. "Ser amables, ayudar en todo lo que se pueda, hacer la vista gorda a veces...el compañerismo es esencial", comentan al unísono.