Sobre Julio Verne creció la leyenda de visionario, después de que describiera aventuras como el viaje de un cohete desde Florida a la luna un siglo antes que el Apolo 11 aterrizara en ella. Lo cierto es que era un estudioso que se mantenía al día de los últimos avances científicos y los incorporaba a sus novelas. Del mismo modo, en "Verne y la vida secreta de las mujeres planta", Ledicia Costas ancla una imaginativa historia a la realidad al mezclarla con datos históricos de la ciudad y de las dos visitas que del gran literato galo a ella, todo empapado de un universo verniano en el que buceó incansable de niña. En el marco de las rutas literarias organizadas por la Diputación, la escritora hizo ayer de guía a 50 vigueses para descubrirles esos pasos reales y ficticios del autor por Vigo.

Fue el Instituto de Estudios Vigueses el que surtió a Costas de información sobre las visitas de Verne a Vigo y cómo era la ciudad en esa época. Confiesa que estaba "convencida" de que Verne había conocido "La bahía de Vigo" antes de dedicarle un capítulo en "Veinte mil leguas de viaje submarino". Pero no. La obra se publicó en 1869 y él atracó su yate Saint Michel III por primera vez en 1878 y, luego, en 1884. Ambas, por casualidad. La primera por una tormenta y la segunda por una avería.

La madera que recubría el muelle en el que desembarcó era la de los galeones que se hundieron en la batalla de Rande. Fue una de las pocas cosas que se recuperaron del mar, junto a las anclas y los cañones, en la búsqueda del famoso tesoro, con el que en la ficción se hizo el capitán Nemo. De curiosos detalles como este está salpicada la novela de Costas.

El mirador de la fortaleza del Castro fue la primera parada de la ruta. A Verne le gustaba subir allí por las mañanas a disfrutar de las vistas. Así lo recogió en sus diarios de viaje, que hoy tiene en su poder el mayor experto mundial en Verne, el conde Piero Gondolo della Riva, que en febrero estuvo en la ciudad.

Frente a lo que se conocía como el campo de Granada -la explanada frente al Ayuntamiento-, Costas relató como la primera visita de Verne coincidió en junio, por aquel entonces, el mes en el que se conmemoraba la Reconquista. La verbena se celebraba en ese enclave y a Verne le asombró cómo lo habían decorado con el esqueleto de una ballena alumbrado con faroles. También se topó allí con un circo de pulgas.

Y, hasta aquí, la realidad. En contra de lo que acredita la documentación histórica, Costas construye su novela sobre la ficción de que la segunda visita de Verne no fuera por accidente. En la calle de la Misericordia, el escritor desvela a su grumete qué es lo que les ha traído a Vigo: una botica muy especial. En la plaza de la Constitución, en la época en la que los faroles de petróleo eran sustituidos por los de gas, a la protagonista de la obra, Violeta, le gustaba correr.

"Esta novela fue muy especial, porque descubrí ese Vigo escondido", compartió la escritora con los participantes. Defensora de que su vínculo con Verne se difunda entre la población, volverá a guiar un paseo literario sobre él. Será en Cíes, con Eduardo Rolland, en una actividad de la Concejalía de Normalización Lingüística.