Toya Barreiro Cameselle comenzará una nueva etapa en su vida a partir del 7 de agosto. Lo que ella quiere, literalmente, es "empezar de cero". Esa es la fecha en la que cesará como funcionaria judicial debido a su jubilación, que le llegará con 63 años, los que cumple ese día. Será su última jornada en el Juzgado de lo Social número 2 de Vigo, una sala a la que le ha sido fiel. En un colectivo como el suyo, donde la movilidad de un órgano a otro no es excepcional, ella ha permanecido cuatro décadas en el mismo tribunal. Concretamente desde 1978, cuando a este juzgado aún se le denominaba magistratura de trabajo y su sede era en Velázquez Moreno. No muy lejos estaba la Casa Sindical, en el edificio de García Barbón donde hoy se ubica la UGT. Allí empezó en el mundo laboral en 1976. No fue una etapa larga, pero lo que pasó en aquel inmueble irremediablemente la marcó. Porque esta mujer, con solo 20 años, fue una de las cinco personas que resultaron heridas por la explosión de un potente artefacto, acción que reivindicó el GRAPO.

Aquello fue una cadena de atentados en toda España. Casi 30 bombas. Una explotó en Vigo. Era un sábado. El del 17 de julio de 1976. Toya había ido a trabajar. A las doce y media del mediodía, cuando se produjo la deflagración, estaba en la planta baja de ese edificio de García Barbón, en la oficina de colocación. La tuvieron que rescatar de debajo de una mesa. Y de ahí al hospital. Las lesiones fueron graves. "Hay 20 minutos de mi vida de los que no me acuerdo de nada", relata sobre aquel día. Pasó dos meses hospitalizada, tuvo que aprender a caminar de nuevo y hasta un año después no pudo reincorporarse al trabajo. Cuando lo hizo, no le quedó más remedio que volver a entrar "por el mismo sitio" en donde habían puesto el artefacto explosivo. "No quiero acordarme de esa época; fue de mucho sufrimiento, para mis padres y mi hermana...", reflexiona.

Lo que sí relata con añoranza y una sonrisa es su paso al juzgado laboral en el que sigue hoy. Cuando empezó, la magistratura estaba en Velázquez Moreno. Hacían las fotocopias en el histórico quiosco "El Perrete" de la misma calle. Y después, antes del traslado a la calle Lalín donde se sitúan los juzgados en la actualidad, ocuparon dos sedes en Porta do Sol. "Éramos una gran familia, pasamos momentos muy divertidos; recuerdo a Doña Rosa, Eugenio, Olga, Carmen, Horacio... ", rememora con cariño. Y también con mucha "tristeza" por los que ya no están.

Impulsiva

Toya se define como "impulsiva". Y muy puntual. Madrugadora. Esto tiene mucho que ver con el atentado que sufrió. "Duermo poco a raíz de aquello", afirma. Con 11 intervenciones quirúrgicas a sus espaldas, muchas derivaron de las lesiones que sufrió aquel 1976. "Soy la primera en llegar; a las 07.15 horas ya estoy en el juzgado", describe sobre su rutina. No pierde el tiempo. "Los asuntos que son de mi cometido, como ampliaciones de demandas, conciliaciones..., deben hacerse rápido; y así lo hago, quiero tener la mesa siempre con todo terminado", cuenta.

Ante su jubilación, admite que "echará mucho de menos" a la que desde 1987 es letrada de la Administración de Justicia (secretaria judicial) del juzgado, Carmen Adellac, y a Germán Serrano -titular de la sala y juez decano-, el último de los cinco magistrados con los que coincidió en su trayectoria. "Toya es una funcionaria leal y servicial", destaca a su vez sobre ella Serrano. También, sigue la trabajadora, a los funcionarios con los que comparte labor: "Doy las gracias a mis compañeros por ayudarme, aturarme y aguantar mis malos humores". Para ella, el juzgado es una "gran familia". Relata malos momentos, como la muerte de su madre, cuando allí fue "cuidada" y "arropada".

¿Cómo es trabajar en una sala laboral? "Me gusta, pero es duro; sobre todo cuando con la crisis veías a tantos trabajadores que perdían sus empleos; aunque no lo parezca soy muy sensible y esas cosas te las llevas a casa", dice.

¿Y ahora? Empezará "otra etapa". Cambiará de aires, volverá a "hacer fotografía" y viajará. Quiere visitar Noruega. Y dedicarse a los suyos, como esos dos sobrinos que para ella son como hijos. En definitiva, pretende "volver a ser libre". "Y a ver si ahora consigo dormir", concluye.