Es el único vestigio en tierra de la Batalla de Rande. El baluarte que defendía la ensenada de San Simón quedó atrapado entre los pilares del puente sobre la ría en los años setenta, sucumbiendo al olvido y al abandono. La ampliación del viaducto ha reforzado su jaula de hormigón pero también ha abierto la puerta a una segunda vida. El fin de los trabajos acerca el compromiso adquirido por Fomento y Audasa con el concello de Redondela de hacer visitable el Bien de Interés Cultural (BIC).

La puesta en valor de la fortaleza fue una de las principales demandas de los colectivos culturales y sociales del ayuntamiento cuando en 2015 se anunció el proyecto para adherir dos nuevos carriles al puente de la AP-9. Por entonces, el castillo no solo se encontraba en la ruina sino que su estado de conservación era pésimo: cubierto por rastrojos, con desprendimientos en su muros, prácticamente inaccesible... El levantamiento del viaducto en los años setenta había destrozado la estructura militar, dejando en pie tan solo pequeñas partes del muro. Los restos fueron tomados por la maleza, que ocultó sus formas. Ahora, con el fin de los trabajos en la infraestructura, ya se pueden distinguir los contornos del baluarte, aunque solo desde el mar.

Desde el estrecho de Rande se atisban unas murallas de baja altura que serpentean entre los cimientos del puente. La parte que mejor se distingue es el cordón pétreo con forma de pico que en su momento se hundía en el mar.

La zona todavía no es accesible pero, en virtud del convenio firmado, se espera que en los próximos meses el castillo de Rande reabra sus puertas para recibir visitantes.