Los déficits en instalaciones y equipamiento no eran los únicos motivos por el que el área necesitaba un nuevo hospital. La largamente esperada infraestructura también debía servir para resolver la situación que impedía despegar a la sanidad viguesa. Tenía una población enorme como para ganar una experiencia envidiable y con ella acceder a ensayos clínicos e importantes proyectos de investigación. También una plantilla con dimensiones suficientes para subespecializarse e incorporar nuevas técnicas. El problema es que estaba dividida en dos hospitales, que trabajaban de espaldas -cuando no en tres, como Medicina Interna, repartida entre el Meixoeiro, el Xeral y el Nicolás Peña-.

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La reordenación de la actividad hospitalaria que propició la apertura del Álvaro Cunqueiro tenía como objetivo resolver esta situación. Su problemático y conflictivo estreno, aplazó el inicio de este crecimiento y el cumplimiento de algunas de las aspiraciones con las que llegaban los diferentes servicios.

En un primer año y medio se centraron en hacer frente a las dificultades por el retraso en dotaciones, a la adaptación al nuevo entorno y sus circuitos y a la corrección de errores en el diseño de algunos espacios. "Cuando llegas y las condiciones no son las que esperabas, tienes que ponerte a arreglar eso", cuenta uno de los responsables consultados. Otros añaden que fue una "época mala" en la que "el ruido político" también les afectó.

Coinciden en que la situación se ha calmado, los equipamientos se han completado en su gran mayoría y los problemas se han ido resolviendo. Incluso, algunos señalan que las dificultades que, en un principio, se encontraban para tramitar cuestiones con la concesionaria del hospital, también se han atenuado.

Así, en unas instalaciones que nadie duda que son mejores que las anteriores, ha empezado el crecimiento. Los responsables de los servicios que se unificaron con el traslado ya se han podido centrar en organizar sus servicios en unidades especializadas, permitiendo a los profesionales que profundicen en el conocimiento de patologías concretas. Los que incorporaron nueva tecnología, están accediendo a nuevas técnicas. Con todo ello, se amplían las posibilidades de investigación y mejora su capacidad de atracción de alumnos, tanto de sexto grado de Medicina, como residentes o, incluso, profesionales de otros centros que piden rotar o cursos de formación. Todo redunda en beneficio del paciente.

¿Pero se están cumpliendo las aspiraciones con las que, hace tres años, estrenaban el Cunqueiro los jefes de servicio? Responsables de algunos departamentos médicos, quirúrgicos y centrales del complejo hospitalario hacen un repaso. En líneas generales, son positivos con lo logrado, aunque señalan que ha ido algo más lento de lo previsto y advierten de que quedan cosas por hacer.

Entre otras, la llegada de más equipamiento -que en su gran mayoría, está licitado o se retrasa por problemas con proveedores- y la realización de obras pendientes en el Álvaro Cunqueiro. Pero es en el Meixoeiro donde la reordenación sanitaria del nuevo Chuvi tiene más actuaciones pendientes. Todavía falta la reubicación y reforma de la Unidad de Mama y las instalaciones de Radioterapia, que aún no se ha adjudicado y que, además, supondrá el traslado allí del programa de cribado de cáncer de mama desde la Casa del Mar, para cerrar estas dependencias en Beiramar. La que aún no está ni licitada es la prometida ampliación de Rehabilitación. Esta será la última pieza del puzzle hospitalario.

En esta fase de desarrollo que se ha iniciado y entre las cuentas pendientes, algunos miran para la plantilla y uno da la voz de alarma. Medicina Interna alerta que el aumento progresivo de la demanda está suponiendo un "serio obstáculo" para el mantenimiento de la calidad asistencial. Para no ponerla en riesgo, pide revertir el sobreesfuerzo continuado de su plantilla, que conduce a la "desmotivación" y al síndrome de personal quemado.