Los dos hijos de Stella Maris se casaron hace algunos años. Una se fue a vivir a Bouzas y el otro, más lejos, a México. Además, se quedó con una pensión mínima, así que se lanzó a poner un anuncio para alquilar una habitación de su casa, en la calle Camelias. Aterrizó en ella una alumna de música alemana. Acudió a uno de sus conciertos en el conservatorio superior y allí conoció al coordinador de relaciones Internacionales, José Luis Fernández. Desde entonces, "hace cuatro o cinco años", el centro le envía estudiantes erasmus y ella está "encantada".

"Es una experiencia muy linda, maravillosa, tienen siempre mis puertas abiertas", asegura y confiesa: "además de una ayuda económica, es compañía". Explica que le "han tocado todo chicas muy educadas y cariñosas". Muchas mantienen el contacto con ella e, incluso, le mandan regalos. A esta jubilada de la hostelería, la recuerdan mucho por su cocina, aunque ella asegura que "no es del otro mundo". También hace de anfitriona enseñándoles la ciudad y llevándoselas a las rutas de senderismo del Concello los fines de semana. Con ascendencia eslovena y asentada en la ciudad desde hace 28 años, disfruta mucho cuando le coinciden alumnos de esas latitudes, que le hablan de la zona. Siempre se han "arreglado" con el idioma y le encanta tener música en casa. Anima a quien tenga un hueco en su casa a probarlo.