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El Plan Nacional sobre Drogas financia un estudio de Cedro y el instituto Galicia Sur

-Busca demostrar científicamente los beneficios de una terapia ideada en la unidad municipal -Espera crear un test en saliva que prediga el daño cognitivo y la respuesta al tratamiento

Desde la derecha: la enfermera María José Álvarez, la investigadora Tania Rivera, la psiquiatra Tania Torres, el psicólogo Adolfo PIñón, los psiquiatras Manuel Conde, José Manuel Olivares y Francisco Otero y el neurocientífico, Carlos Spuch. // Ricardo Grobas

Cuando empezaron a surgir los centros de atención a drogodependientes, en los 80, se centraron en lograr su desintoxicación o la abstinencia con sustitutivos como la metadona. La asistencia fue avanzando hacia la prevención de las recaídas o el abordaje conjunto de la adicción y otras enfermedades mentales asociadas. En la última década, han comenzado a fijarse en las alteraciones que se sabe que provoca en el cerebro, en concreto, en funciones cognitivas y ejecutivas, como los procesos de aprendizaje, de memoria o de conducta voluntaria, entre otras. En la Unidad Asistencial de Drogodependencias del Concello de Vigo (CEDRO) han echado mano de la neuropsicología para detectar en cada caso qué funciones están afectadas y en qué grado, así como para tratar estos déficits. Una de las terapias que han ideado es el juego del Trisquel. Junto al Instituto de Investigación Sanitaria Galicia Sur -del Sergas y la Universidad de Vigo-, han iniciado una investigación para comprobar científicamente que funciona, así como para crear una prueba sencilla que, con una simple muestra de saliva, prediga en quiénes va a ser efectiva. Tienen el respaldo del Plan Nacional sobre Drogas.

La investigación recibirá de la Secretaría de Estado de Servicios Sociales casi 100.000 euros, repartidos en tres anualidades. De las quince investigaciones que el Plan Nacional sobre Drogas ha decidido subvencionar en su última convocatoria -dotada con un millón de euros-, el vigués es el tercero al que más financiación concede.

Con el jefe Psiquiatría del Sergas en Vigo, el doctor de José Manuel Olivares, como investigador principal, el equipo está formado por diez profesionales de ambas instituciones -cuatro psiquiatras, dos psicólogos, una enfermera y una farmacéutica- y el jefe del servicio de asistencia e investigación del Plan de Galicia sobre Drogas, Indalecio Carrera, por la Universidad de Santiago. Será un estudio multicéntrico con 100 pacientes de cinco unidades de atención a la drogodependencia gallegas -la propia Cedro; las de Alborada en Vigo y Tomiño; Aclad, en A Coruña; y Asfedro, en Ferrol-, así como en una unidad de día y una comunidad en Oporto.

Una adicción "es algo más complejo que un vicio", explica el director de Cedro, Francisco Otero. La droga solo es una de las muchas variables que intervienen en este trastorno del comportamiento. También se suman otras biológicas, como la vulnerabilidad genética o la madurez cerebral, y ambientales, como las experiencias a lo largo de la vida. Todo eso va modulando los efectos que las sustancias tienen en el cerebro. Aunque son unos mecanismos todavía bastante desconocidos, se sabe que provocan daños en las funciones cognitivas y ejecutivas.

El problema es que en salud mental no existen máquinas que midan estos efectos y arrojen valores objetivos como puede hacerlo un tensiómetro con la tensión arterial. Ahí es donde entra la neuropsicología y sus evaluaciones. Mediante tests, analiza cómo funciona la velocidad de procesamiento, la atención, los sistemas de memoria, la inhibición, la capacidad de decisión... Ofrece una información "más precisa" que la que puede facilitar un electroencefalograma o un escáner. "Sirve para discriminar qué pacientes tienen este tipo de afectaciones y nos ayuda a usar mejor los fármacos", explica el Otero y añade que también les aporta instrumentos terapéuticos.

Uno de ellos es el Trisquel, que ideó el psicólogo Adolfo Piñón en Cedro. La investigación busca valorar científicamente su eficacia en la rehabilitación de estas personas, en cuanto a la satisfacción del usuario, la adherencia al tratamiento, la conciencia de enfermedad y en la mejora del rendimiento cognitivo, ejecutivo y emocional. Dos psicólogos contratados gracias a la subvención, les harán evaluaciones antes y después de someter a la mitad de la muestra a terapia con Trisquel y, a la otra mitad, a una tradicional.

Pero han querido ir más allá y, durante el experimento, también realizarán estudios moleculares a los participantes para crear una prueba con la que se pueda predecir, por un lado, el daño cognitivo y, por otro, la respuesta al tratamiento antes de que este empiece. Para ello, cuentan con un experto en la materia, el neurocientífico Carlos Spuch, del IIS Galicia Sur. Quieren que sea una prueba sencilla y por ello apuestan por la saliva, que es fácil de recoger. Harán un mapa de las proteínas que contiene la de cada uno de los participantes. Luego compararán todos para detectar aquellas que comparten los que tienen daños en las redes neuronales, los que tienen afectada la función ejecutiva, los que responden al tratamiento...

Realizar estos mapas es caro y complejo, pero si se identifican las moléculas concretas que predicen la respuesta al tratamiento, se pueden diseñar test sencillos que reaccionen de forma positiva al contacto con la saliva, si esta contiene la proteína en cuestión. "Se podría diseñar un test sencillo que le dijese a los psicólogos y psiquiatras de los centros qué terapia van a necesitar en su rehabilitación", explica Spuch.

Se trataría de una pequeña placa con un sistema nanotecnológico para la ultradetección de moléculas, que podrían desarrollar gracias a la línea de investigación que el grupo de enfermedades psiquiátricas del IIS Galicia Sur tiene en común con el Grupo TeamNano Techn de la Universidad de Vigo. Los biomarcadores que esperan descubrir con esta investigación, según cuentan, "darían pie para empezar nuevos proyectos de gran envergadura".

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