Un viaje por los tesoros de la ciudad

Cuando el frío y las lluvias dejan paso al calor y a los cielos despejados aparecen por toda la ciudad unos particulares paraguas amarillos. Sus portadores tienen la misión de mostrar todos los secretos de Vigo a vecinos y visitantes. Con motivo del Día Internacional del Guía Turístico, la asociación profesional gallega inició ayer sus visitas anuales con dos recorridos por el Pazo-Museo Quiñones de León y el Casco Vello. Y el público respondió. Decenas de personas pasearon por la mañana por los jardines de Castrelos para adentrarse en su historia. También fue notable el número de asistentes a la ruta por la zona vieja de la urbe olívica. "Aunque parezca mentira, tenemos muchísimos clientes vigueses", advierte Ana Martín, vocalista de la asociación en la ciudad.

Su temporada de trabajo suele comenzar en Semana Santa y concluye a finales de verano, aunque su esfuerzo en los últimos años está enfocado a desestacionalizar las visitas. "Vigo no es solo un destino para ir a la playa y los visitantes lo saben. Cada vez son más los que llegan a la ciudad gracias al Camino de Santiago u otros atractivos", explica Martín, que destaca que "muchos de los que contactan con nosotros proceden de Castilla y León o Madrid".

Los nueve guías que conforman la plantilla viguesa tienen varios itinerarios preparados por toda la ciudad. Dos de ellos los ofrecieron ayer de manera gratuita y solidaria. Los asistentes podían dejar al final de cada ruta un donativo que iba destinado a la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer y otras demencias de Galicia (Afaga). "Solo podemos darles las gracias", señala Cristina Villanueva, trabajadora de la entidad.

Pese a llevar un distintivo acreditativo de la Xunta, desde la asociación de guías profesionales denuncian el intrusismo del sector. "Cualquiera puede enseñar la ciudad, pero los viajeros tienen que saber que no siempre les dirán la verdad. Nosotros hemos pasado una serie de exámenes oficiales", argumenta la vocal.

Ayer, los que siguieron la estela de los paraguas amarillos conocieron, entre otras anécdotas, que Francisco Franco durmió en una de las habitaciones del Pazo Quiñones de León durante una estancia en Vigo o que un ala del edificio sirvió como hospital improvisado a finales del siglo XIX. También visualizaron con otros ojos los edificios eclecticistas del ensanche, en García Barbón o Policarpo Sanz.