Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La no tan jugosa victoria en Rande

Ramón Patiño revela que a Reino Unido llegó apenas el 1% del valor de la carga de los galeones

La batalla de Rande en un lienzo del pintor holandés Bakkhuizen. // FdV

En los libros de historia naval la batalla de Rande protagoniza un capítulo propio. La tremenda desigualdad de fuerzas entre el bando hispanofrancés y el angloholandés, el contexto en el que se fraguó -la larga y sangrienta Guerra de Sucesión Española- o los tesoros que se transportaban en las bodegas de la flota nacional son "ingredientes" que hacen de la contienda un episodio destacado en la crónica del siglo XVIII. Lo que no estaba tan claro hasta ahora y acaba de revelar el arqueólogo submarino Ramón Patiño es que la batalla de la ensenada de San Simón tampoco desluciría en los manuales de historia de la publicidad.

Como relata Patiño en su nuevo libro, Los tesoros de Rande II -que presentará este mismo viernes en el Museo del Mar-, el botín que lograron Inglaterra y Holanda fue muy pobre. De hecho, apenas el 1% del valor de los tesoros que viajaban a bordo de los barcos españoles llegó a desembarcar en Inglaterra para disfrute y solaz de la Corona de Gran Bretaña. A pesar de ese paupérrimo balance, la Armada y la realeza inglesa estaban tremendamente interesadas en vender la victoria como una gran y lucrativa hazaña que ocultara, en realidad, las grandes pérdidas padecidas poco antes durante su infructuoso intento de conquistar Cádiz.

Es más, lejos de suponer un "mazazo" para la Corona española, Rande aportó una auténtica inyección de recursos al monarca Felipe de Borbón. De hecho, sus galeones le reportaron muchísimos más fondos de los que hubiese obtenido con una flota convencional, que hubiese partido de las Américas y arribado a Cádiz sin ningún contratiempo ni ataque. Tanto llegó a sacar la Corona española de los barcos que se habían refugiado en San Simón que lo que realmente puso de manifiesto fue la tremenda y sonrojante corrupción que campaba a sus anchas en la Casa de Indias de Sevilla.

La batalla de Rande tuvo lugar hace 315 años, el 23 de octubre de 1702. De un lado, la flota compuesta por cerca de medio centenar de embarcaciones del bando hispanofrancés, en su mayor parte mercantes mal armados que llegaban de las Américas con las bodegas repletas de oro y plata y otros productos de cuantioso valor, como grana, añil, índigo o cacao. Del otro, el poderoso bando formado por ingleses, holandeses y austriacos, que tras su ruinoso intento por asediar Cádiz se replegaban bajo las órdenes del almirante Rooke.

La razón de que los primeros, la flota de 1699 integrada por españoles y franceses, optasen por Vigo en lugar del tradicional puerto andaluz fue que a la altura de Azores recibieron la noticia de que la armada enemiga se había desplegado. La opción que se decidió fue la ensenada de San Simón, que permitía a los barcos ocultarse de espías. Tenía la ventaja añadida de que esquivaba el puerto de Cádiz, donde la corrupción hacía que de la ingente cantidad de riquezas descargadas solo una ínfima parte llegase a la Corona. Cuando los ingleses se enteraron del "caramelo" que se había refugiado en Vigo vieron la oportunidad de compensar su estrepitoso fracaso en Cádiz.

La flota de Indias arribó a la ría de Vigo el 21 de septiembre de 1702. Un mes después, el 22 de octubre, lo hacían los primeros navíos ingleses. Durante ese lapso se organizó un intenso despliegue para sacar de los barcos toda la mercancía posible. Para lograrlo, el príncipe de Barbarzón ordenó que se aportasen todos los carros y acémilas próximos. Las riquezas se extraían en barcas de la ría y, una vez en Redondela, habitualmente seguían una ruta que pasaba por Pontevedra, Padrón, Santiago, Lugo y Villafranca hasta el Alcázar de Segovia, donde se entregaba a la Real Hacienda. Los convoyes estaban formados por unos 300 carros y cada jornada habría un par de viajes.

Hasta el 10 de octubre se sacó la plata y el oro, luego las restantes mercancías de valor. A mediados de mes ya se habían trasladado más de 3.600 cajones. A pesar de que el riesgo era alto, hubo mercaderes que confiaban en que los ingleses desistiesen y pasasen de largo, por lo que mantuvieron su género en las bodegas de los barcos durante días. A medida que el enemigo se acercaba se generó tal frenesí, que el 18 de octubre ya era imposible contratar el servicio de carros o acémilas -eso sí, los disponibles encarecieron sus tarifas-, por lo que algunos particulares recurrieron a lugareños para enterrar sus cajones. Llegó incluso a hacerse la "vista gorda" para permitir el desembarco de todo el contrabando.

Cuando después de la batalla los ingleses tomaron Redondela revisaron todas las casas, desenterraron cajones e incluso profanaron tumbas e iglesias. Se apresaron galeones y se recogieron mercancías, pero su valor estaba muy por debajo del gran botín que ambicionaban. Durante las semanas anteriores, se había conseguido retirar el 80% de la carga. Patiño estima que del 20% restante, la mitad se estropeó por el contacto con el agua salada y el restante 10% lo recogieron los ingleses o sufrió la rapiña. Al final, solo un 1% llegó a las costas británicas de forma oficial. Con todo, la victoria se vendió a bombo y platillo en Inglaterra, se replicó en la prensa e incluso se acuñaron varias medallas conmemorativas. Ese discurso se torció sin embargo cuando se descubrió el escaso botín.

Mejor parado salió Felipe, que no solo logró su quinto real del 80% de la carga salvada. Se apoderó además de cajones de particulares esgrimiendo que eran testaferros de ingleses y holandeses, lo que generó no pocas reclamaciones. En total se estima que se desembarcaron de forma oficial unos 13 millones de pesos.

Ramón Patiño | Arqueólogo submarino e historiador

"Este episodio pone de manifiesto la gran corrupción que había en Sevilla"

"Más de una vez nos preguntamos, y nos preguntan, si hay algo nuevo sobre una historia tan importante como ésta y la respuesta es siempre sí", explica el historiador Ramón Patiño en el prólogo de su libro Los tesoros de Rande II, un volumen en el que ahonda en el desembarco de las riquezas que se produjo en las semanas previas a la batalla y cuál fue su destino final. Entre esas novedades que menciona el prestigioso historiador se cuentan, por ejemplo, gran número de detalles sobre la carga de los navíos o cómo se evacuaron. Una información que, señala Patiño, pone de manifiesto "la gran corrupción" que reinaba en la Casa de Contratación de Indias de Sevilla, donde se desviaba mucha de la riqueza que llegaba del Nuevo Mundo reduciendo así la parte a la que tenía derecho la Corona.

Otra creencia extendida que tumba Patiño es el saldo de muertos y heridos de la batalla. Aunque algunas crónicas las cuentan por cientos, el experto asegura que el saldo total es bastante inferior. "Debemos dar por buenas las cifras anglo-holandesas: no más de 170 muertos y ahogados en la batalla de Rande. El número de heridos también es reducido: 56", señala el historiador, que ya suma varios libros sobre la contienda y es además miembro del Instituto de Estudios Vigueses.

Los tesoros de Rande II se cimienta sobre una sólida labor de documentación que pone en contexto la contienda. Con ella tumba algunas ideas que se perpetuaron en el tiempo, como el de las riquezas hundidas, que alimentaron las campañas en la ría en busca de viejos galeones.

Compartir el artículo

stats