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El vigués que "fabrica" balones de Adidas

Alberto Cabo, que trabaja en la oficina de Hong Kong de la multinacional alemana, dirige actualmente un proyecto regional en Vietnam para mejorar la producción de los talleres

Alberto Cabo, con varias trabajadoras y el balón que cosió él mismo en una de las fábricas vietnamistas.

Le costó varias horas y tiró de pundonor para finalizar su tarea, pero finalmente fue capaz de coser a máquina un balón de fútbol y una mochila, que considera sus "trofeos", para ponerse en la piel de los operarios de las fábricas vietnamitas que trabajan para Adidas. Alberto Cabo Penalba (Vigo, 1988) llegó a Ho Chi Minh hace dos meses desde las oficinas de Hong Kong de la multinacional alemana para mejorar los procesos de producción en los talleres.

De carácter viajero -su destino anterior fue Argentina- y "muy curioso", Alberto está aprovechando su estancia en la ciudad más grande del país, con casi 9 millones de habitantes, no solo para conocer a fondo las fábricas, sino también el modo de vida y las costumbres de los locales. A pesar de que las heridas provocadas por casi dos décadas de guerra civil entre el norte y el sur todavía son visibles, los vietnamitas siempre se muestran sonrientes.

"No se ven caras tristes en una ciudad donde hubo tanto dolor y a la que los locales siguen llamando Saigón. Son personas cercanas, atentas y serviciales. A pesar de su humildad, se sienten orgullosos de su país. Y los trabajadores son muy serios y eficientes. No es cierto que haya niños trabajando, los controles son máximos", destaca.

Ho Chi Minh es el centro comercial e industrial del país con gran presencia de multinacionales extranjeras. "El coste laboral es más bajo que en China y tienen muchas ganas de crecer. Hay un montón de constructores chinos invirtiendo aquí", explica Alberto.

Pero también es una ciudad de contrastes: "Las oficinas de Adidas están en el edificio más alto de la ciudad, pero en cuanto sales de él te sumerges en el auténtico Vietnam, el de mercadillos y el señor que vende ramen en la calle siendo el más feliz del mundo. Hay un mar absoluto de motos y el tráfico es una locura. Parece una cuidad caótica y desorganizada, pero al final todo fluye".

Las fábricas se encuentran en las afueras, a unas dos horas del centro de Saigón. "Llegar hasta ellas es una auténtica aventura. Las carreteras son rudimentarias y te choca aún más la forma de vida de los locales que puedes conocer durante estos desplazamientos", relata.

Alberto trabaja en el departamento de Operaciones y lidera un proyecto regional en Vietnam para reducir los costes y aumentar la eficiencia en las fábricas que producen para la división de accesorios, haciendo especial énfasis en la búsqueda de recursos tecnológicos innovadores.

"Trabajo como si fuese un consultor externo para investigar, detectar problemas y establecer soluciones que garanticen la excelencia del proceso. Ya existen sistemas para manejar toda la información que genera cada máquina de coser y algunas compañías están empezando a estudiar el uso de drones para controlar estos datos", comenta Alberto.

El joven vigués se está tomando su experiencia vietnamita como "una dosis de cura" frente a la "burbuja de dinero y rascacielos" que constituye Hong Kong. "Es la ciudad que ejemplifica la espectacularidad de Asia, su presente y la innovación. Nadie baja del iPhone 8 y alquilar un apartamento de 42 m2 supone un desembolso mensual de 2.200 euros, pero vale la pena vivir esta experiencia", asegura.

Alberto, el menor de tres hermanos, estudió Derecho en la Complutense y completó su formación con un máster en la IE Business School. Trabajaba en Madrid para Philip Morris, la mayor tabacalera del mundo, cuando decidió dar el salto a Argentina dentro de la misma compañía.

"Siempre tuve ganas de descubrir mundo y lanzarme a la aventura, aunque mi familia y mis amigos no acababan de creérselo. No me costó nada marcharme a Sudamérica. España estaba en plena crisis y me apetecía un cambio. Y durante dos años viví de pleno la experiencia con la gente local", asegura.

Fue entonces cuando a su pareja le surgió una oportunidad laboral en Hong Kong y en 2016 se animó a dejar su puesto de trabajo y probar suerte en Asia: "Fue algo más extremo, pero estaba en una zona de confort y tenía que jugármela y tomar riesgos. Hay que quitarse el miedo al fracaso y siempre tenía la posibilidad de volver a Madrid o a Vigo. Me dediqué a conocer gente desde el primer día y me salió la oportunidad de Adidas. Llegué argentinizado y me costó aprender a ser claro y conciso como les gusta a los asiáticos, pero si nunca te retas no sabes lo que puedes llegar a dar. Y aquí hay muchas oportunidades laborales y de negocio".

Pero el joven vigués ya piensa en futuros destinos. "Soy muy del lema carpe diem total y de reciclarme, y aunque estoy muy contento no sé dónde trabajaré en un año. Me gustaría estirar la aventura por Asia, pero no descarto Australia. La maleta se me calienta rápido", amenaza entre risas.

"Ya tengo el billete para volver a casa en Navidad y disfrutar del pulpiño"

  • Alberto Cabo anima a probar suerte y vivir una experiencia laboral en Asia, aunque recomienda, además de un "curso rápido de scooter" si el destino elegido es Saigón, dominar idiomas. "Son clave para una aventura en el extranjero. Y el mayor desafío es la adaptación cultural. Si quieres trabajar con ellos debes observarles y entender cómo actúan", sostiene. Además de abrir la mente a otras sociedades y formas de ver la vida, viajar ayuda a apreciar más la tierra de uno mismo: "En España vivía feliz, pero ahora valoro mucho más lo que tenemos, que va más allá de lo que vemos Soy un enamorado de Vigo y me duele estar lejos de mi familia y mis amigos, pero está bien marcharse para echarlo de menos. Te ayuda a cambiar tu perspectiva y aprendes mucho". Este año celebró su 29 cumpleaños en Camboya, pero el siguiente, cuando estrenará década, lo deja en el aire: "Me desafío a mí mismo, me obligo a estar en caza y captura". En septiembre regresará a las oficinas de Adidas en Hong Kong y lo que sí tiene claro es dónde estará en unos meses. "Ya tengo el billete para volver a casa en Navidad y disfrutar de la empanada, la tortilla y el pulpiño. ¡Serán dos semanas enteras!", celebra. También aprovechará para presumir ante los suyos del balón que confeccionó en una de las fábricas de Vietnam: "Tiene 32 paneles. Mis amigos no se lo van a creer cuando lo vean, le puse hasta mi nombre", bromea.

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