Carmela Silva quiere imprimir un "cambio radical" en la gestión de la Diputación de Pontevedra desde el minuto uno. "Se acabaron las políticas presidencialistas, sectarias, ineficientes, las jerarquías y los despachos. Desde hoy esta institución es la casa del pueblo. Los pontevedreses tienen mi puerta abierta", se comprometió la primera presidenta de la historia de la institución, que tendió la mano a los 62 alcaldes y lanzó un mensaje de estabilidad. "Habrá un gobierno unido que usará los recursos con pulcritud en beneficio de todos los concellos y ciudadanos, especialmente, de los que más están sufriendo la crisis. No pediremos carnés ni afiliaciones", avanzó la socialista, que alzó el bastón de mando a la una y diez minutos de la tarde en un Pazo Provincial abarrotado.

Será la primera vez en democracia que el PP no presida la Diputación y, en primera fila, asistieron al histórico relevo los alcaldes de Vigo, Abel Caballero, y de Pontevedra, Miguel Anxo Fernández Lores. Ambos se mostraron "entusiasmados" por el cambio que esperan en las políticas del organismo. El portavoz del grupo provincial del BNG, César Mosquera, será vicepresidente y fue de los primeros en felicitar a Silva, sellando con un apretón de manos el pacto de gobierno que otorga a los socialistas -con 10 diputados- Facenda, Promoción Económica, Turismo y Emprego y deja en manos de los nacionalistas -4 asientos- Infraestructuras, Benestar Social y Cultura.

A sus nuevos socios dirigió Silva su primer mensaje tras ocupar por primera vez el sillón de la presidencia. "Trabajaremos como un equipo, de manera solidaria y con respeto a la identidad de cada grupo". La socialista habló en plural para trasladar a las docenas de alcaldes allí presentes que el nuevo gobierno "cree en relaciones entre iguales con los concellos y apostará por la igualdad frente al principio del superior jerárquico que funcionaba hasta ahora". Dar mayor participación a los municipios en la planificación de obras e inversiones es una de las prioridades que quedaron fijadas, así como la vocación por crear empleo, convertir la política social en "una seña de identidad" y "acabar con la discrecionalidad de las subvenciones y una gestión que propiciaba el clientelismo y abandonaba a las personas".

Las dos intervenciones de la presidenta, primero para defender su candidatura y tras recoger el bastón de mando, fueron un llamamiento a la unidad de acción con ayuntamientos y ciudadanos. "Gestionaremos con eficacia en beneficio de todos. Impulsaremos un modelo honrado para recuperar la confianza de los vecinos y ello se consigue gobernando desde la humildad, la ilusión, el diálogo y la defensa de los servicios públicos", avanzó Carmela Silva, que hizo especial énfasis en el respeto y potenciación de la "autonomía local". "Los ayuntamientos son la administración que mejor entiende las necesidades de los vecinos", reconoció en su discurso de mano tendida a los alcaldes y en el que poco o nada se escuchó la palabra Vigo, y más de una veintena de veces la de "provincia".

La también primera teniente de alcalde viguesa quiere liderar un proyecto que convierta a la Diputación "en una institución con capacidad para impulsar la innovación y apoye a los sectores económicos estratégicos. El primario, la industria, los servicios, el turismo, el granito, el textil...". No se olvidó de ninguno y tampoco del aeropuerto, los dos campus de la Universidad de Vigo y los más de 30 parques industriales. "Todas estas fortalezas deben formar parte de la acción política. Crear empleo será nuestra obsesión", comprometió la socialista, que reivindicó "un nuevo espacio político para la provincia de Pontevedra en Galicia. Aquí está el mayor dinamismo económico, social y cultural de la comunidad", insistió antes de mostrarse dispuesta a "impulsar una mejor planificación turística de la mano de los concellos" y convertir las políticas de igualdad en una constante de la acción de gobierno. "Las mujeres entrarán por la puerta grande de la Diputación a partir de ahora", aseguró desde el que ya es su despacho una vez finalizado el acto oficial. Su primer gesto como presidenta fue dejar entrar a los medios de comunicación y abrir las ventanas que dan hacia la Alameda de Pontevedra para simbolizar su compromiso con "una nueva política de ventanas y puertas abiertas". "Los ciudadanos reclaman un cambio y estaríamos equivocados si no nos mostramos dispuestos a que entren aires nuevos en la institución", repitió Silva rodeada por sus 9 compañeros y parte del gobierno vigués.