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Hay censados 16.023 inmigrantes, 600 menos que en 2014

Los residentes de Latinoamérica en Vigo caen a su nivel más bajo en una década

El Concello registra 6.303 vecinos oriundos de América, 3.400 menos que en 2010

La macedonia de acentos que se escuchaba en las calles de la ciudad en los últimos años enmudece poco a poco. El censo de extranjeros de 2015 elaborado por el Concello -con fecha del pasado 1 de enero- revela que en los últimos 12 meses se ha agravado el desplome de vecinos inmigrantes que desató la crisis hace ya un lustro. Según las tablas municipales, en Vigo hay censados 16.023 ciudadanos oriundos de otros países. Son cerca de 600 menos que hace solo un año y casi 1.800 por debajo de 2010, cuando la población inmigrante en Vigo alcanzó el techo de 17.805 censados. Desde ese año el desplome de extranjeros ha sido una constante irrefrenable. Las tablas solo arrojan una lectura optimista: el descenso registrado en el último año es del 3,8%, mientras que el computado de 2013 a 2014 alcanzó el 4,2%. Conclusión: la "sangría" podría haber empezado a ralentizarse.

Aunque en los últimos años la evolución del padrón de inmigrantes dibuja una clara curva descendente, no todas las nacionalidades tienen la misma tendencia. Al contrario: algunos colectivos "rompen" con la tónica general y se han visto reforzados en el último lustro. Otros ahondan la "sangría". El grupo que ha mermado de una forma más palpable es el de los americanos. A fecha de hoy el Concello tiene registrados 6.303 vecinos oriundos de América -sudamericanos, en su gran mayoría-, 785 menos que hace solo un año y cerca de 3.400 menos que en 2009. El dato es el más bajo desde al menos 2005, cuando el colectivo contabilizaba 7.570 vecinos en Vigo.

En el polo opuesto están los inmigrantes europeos. A principios de año el servicio de estadística del Concello registraba 7.422 ciudadanos llegados del resto del "Viejo continente". El censo supera en 187 personas al de 2014, lo que convierte al europeo en el único colectivo foráneo que se ha incrementado en el último año. Ese "repunte" se debe fundamentalmente al aumento de rumanos -en el último año se dieron e de alta en la ciudad 133 personas- y portugueses, que se consolidan como la nacionalidad extranjera con más presencia en la ciudad al ganar 22 residentes entre 2014 y 2015 y llegar a los 3.085 empadronados.

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Los africanos no han experimentado apenas variaciones en el último año. Eso sí, arrojan una tendencia ligeramente negativa. En 2014 sumaban 1.589, una veintena más que en 2015. Sus principales nacionalidades siguen siendo la senegalesa (613), marroquí (357) y nigeriana (200). Tampoco el colectivo asiático ha experimentado grandes cambios: de los 742 registrados en 2014 se ha pasado, a 1 de enero de 2015, a 730. La nacionalidad más numerosa, la china, se ha mantenido estable: el año pasado había en la ciudad 489 oriundos de la gran potencia asiática; este, 484.

El porqué del descenso de extranjeros y las diferentes tendencias de cada nacionalidad bebe buscarse en la economía. El "boom" de inmigrantes se registró en los primeros años de los 2000, cuando el ladrillo y la industria vivían un fuerte crecimiento que mermaba los niveles de desempleo a mínimos históricos. En 2006, por ejemplo, España cerró el ejercicio con una tasa del paro del 8,3%, la más baja desde 1979. Solo entre 2006 y 2007 la ciudad recibió casi 2.800 inmigrantes. En 2008 esa bonanza económica "pinchó" y uno de los primeros sectores en padecer la nueva situación fue el del ladrillo. Durante dos años el censo inmigrante siguió creciendo, pero en 2010 se constató la primera caída. Desde entonces se han sucedido las oleadas de inmigrantes que retornan a sus países de origen, donde en ocasiones -el caso de Brasil- encuentran más oportunidades de obtener un empleo. Buen número opta por mudarse a otros estados de la UE con economías más pujantes, como Suecia o Alemania.

Caso contrario es el de los rumanos, que sumaban apenas 704 residentes en 2008 y hoy -con 1.684- son ya la segunda nacionalidad de inmigrantes más numerosa de Vigo. La razón de su incremento se debe a que en 2007 Rumanía entró en la UE -con Bulgaria- y desde enero de 2014 ya no precisan un permiso para trabajar en España.

"Se marchan a Suecia y Alemania o retornan porque la situación está muy mal"

  • En los últimos años Luisi Motta -de Madres Latinas- ha visto cómo buen número de amigos hacían la maleta para retornas sus países, en Sudamérica, o buscar una nueva oportunidad en estados de la UE con economías más boyantes que la española. "Se marchan a Suecia, Alemania, Inglaterra o Francia porque la situación aquí está muy mal", apunta Motta, quien también señala que otros inmigrantes optan por irse más lejos, hasta Norteamérica, y de forma señala a Canadá."Son trabajadores que llegaron para buscar empleo y más tarde se trajeron a sus familias", explica la responsable de Madres Latinas. El elevado paro les anima ahora a trasladarse a otros países para ganar un sueldo. Motta explica que muchos inmigrantes deciden mudarse solos -sin sus familias- a estados de la UE mientras intentan asentarse. Tampoco es extraño entre quienes retornan que trasladen primero a sus hijos.

Emilio Bernal, inmigrante de Bolivia

"Llevo un año sin empleo y tras once aquí queremos regresar con nuestra familia"

Tras más de una década viviendo en la ciudad Emilio Bernal ha tomado la decisión de regresar a Bolivia -su país natal- en compañía de su mujer y sus tres hijos, de quince, once y ocho años. "Yo trabajo en el sector de la construcción y la pintura, pero llevo un año sin empleo" -explica Bernal-"Mi sector ha sufrido un bajón muy grande". A esa falta de perspectivas laborables, al menos en el corto plazo, se suma el deseo de reencontrarse con su familia en Bolivia. "En total llevamos veinte años fuera de nuestro país y la tierra es la que llama, queremos estar también con nuestros padres, los abuelos de los niños", comparte Bernal, que ya está realizando gestiones para el viaje de retorno.

En su decisión influyó también la situación que atraviesa Bolivia. "Me han comentado que los sueldos han subido allí", comenta Bernal, quien reconoce que dejar Vigo no le resulta fácil: "Es una ciudad muy tranquila". A lo largo de los últimos años Bernal vio como otros compatriotas regresaban a su país. "Hace cinco años éramos bastantes e incluso hacíamos una comparsa en el carnaval, pero ahora hay mucha menos gente", apunta este obrero de 45 años. Antes de instalarse en Vigo ya había vivido en Argentina y Barcelona.

El reencuentro con la familia

Otro caso que ilustra bien la situación en la que se encuentran muchos inmigrantes sudamericanos en la ciudad es el de Mónica Tello. Natural de Guatemala, de 58 años, Tello lleva cerca de ocho instalada en Vigo y cinco empleada en el cuidado de ancianos. "Antes había más trabajo, podías escoger, ahora ya no", explica esta mujer, que recaló en Vigo tras residir en Ciudad Real. En su caso la idea del retorno toma cuerpo por su estado de salud y el deseo de reencontrarse con sus hijos, nietos y hermanos. "Mi familia quiere que vuelva", comenta.

La situación de atraviesa su país de origen, Guatemala, no actúa como aliciente en su caso. "Allí la cosa también está difícil", reflexiona Tello, quien -al igual que Emilio Bernal- insiste en el papel que juega el deseo de reencontrarse con sus familiares tras años separados por miles de kilómetros.

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