Las intrincadas curvas que ascienden al faro de O Monte Faro, en Cíes, dispusieron durante dos décadas de su propio Vitrasa. Solo que ni era un autocar el que circulaba por su angulosa pista; ni el servicio tenía nada que ver con la concesionaria del transporte municipal que le da nombre. La Vitrasita -o Vitrasín- es el mote cariñoso con el que los empleados portuarios bautizaron a la camioneta que -entre 1970 y 1990- transportaba los tubos de acetileno que desembarcaban en los muelles de Cíes hasta los faros donde servían de combustible. Tras más de 20 años "retirada" en los talleres del Puerto -bajo capas de polvo y óxido- la institución ha completado la restauración de la emblemática furgoneta. Mientras se decide su emplazamiento definitivo, la Vitrasita descansa en el archivo portuario del muelle del Arenal.

La camioneta empezó a ensamblarse en 1968 en los talleres de la Autoridad Portuaria gracias a un diseño ideado por Jacinto Correa y el saber hacer, entre otros, de Luis Malvar, Antonio Posada o Alfonso Parada. La coincidencia de fechas con el arranque de los primeros autobuses Pegaso de Vitrasa por las calles de Vigo animó a sus creadores a bautizarla con ese mismo nombre. Al poco tiempo su pequeño tamaño derivó en el apelativo Vitrasita o Vitrasín. La camioneta se construyó con el motor de un 800 Siata, tres cajas de cambios de un Seat 600, un cambio normal y dos reductoras. La dirección -adaptada al ancho de eje- es la de un modelo Renault "4 Latas".

La Vitrasita se diseñó desde un inicio para transportar acetileno a los faros de Cíes. Su volante, por ejemplo, está instalado en el lado derecho del salpicadero para facilitar el sinuoso ascenso por Monte Faro. Cada vez que el farero necesitaba del preciado gas -el acetileno, envasado en tubos, alimentaba la batería de la linterna- la furgoneta subía por la intrincada pista desde el muelle de Carracido hasta la atalaya, situada a 178 metros sobre el nivel del mar. Allí descargaba su preciado combustible y permitía a los técnicos reponer los tubos vacíos. Para garantizar que al faro no le faltara energía la linterna disponía de dos baterías, una principal y otra de reserva.

En 1990 la camioneta se trasladó al puerto, donde se empleó un par de años para transportar pequeños cargamentos por los muelles. Las siguientes dos décadas permaneció aparcada en la nave taller de la Autoridad Portuaria, en el muelle del Arenal, hasta que en 2010 José María González inició su reparación. Durante la restauración los operarios del Puerto le incorporaron elementos que el vehículo no tenía, en origen -durante sus rutas por Cíes, entre 1970 y 190- como un giroscopio en el techo de la cabina o pequeños adornos.