Se considera un autodidacta y un ourensano-vigués. Es incapaz de cifrar las obras que ha realizado a lo largo de su más de medio siglo de trayectoria profesional. “Buf, miles de cuadros”, responde. Calmado y apacible, Antonio Quesada reconoce que ser uno de los “Vigueses distinguidos 2009” es “un honor singular”, ya que él es ourensano de nacimiento. “Pero vigués de vivencia”, añade. Su candidatura y las del resto de galardonados fueron ayer ratificadas por unanimidad en un pleno extraordinario.

-Usted es todo un veterano a la hora de recibir premios y distinciones. Supongo que éste ya no le impresiona.

-Es un asunto novedoso. Es un galardón que Vigo concede a un ourensano-vigués. Creo que esto también es un pequeño homenaje a la colonia de ourensanos que vive en Vigo.

-¿A quién se lo dedica?

-A mi mujer[dice sin pensárselo]. Viví catorce años en Zamora, allí la conocí. Nos casamos muy pronto. Ella tenía 20 años, yo 23. Y no fue de penalti [avisa sonriendo]. Allí me inicié como pintor profesional. La verdad es que casarme fue la cosa más afortunada de mi vida. Ya pasé las bodas de oro.

-Recientemente inauguró otra exposición. A sus 76 años, está en activo como si fuese un joven de 30.

-La actividad es total. En la última exposición me volqué hasta la extenuación. Ahora estoy repasando un cuadro de una exposición. Y es que el tiempo es implacable. Uno no debe dar jamás una obra por terminada si puede mejorarla.

-¿Cuándo abandonará el pincel?

-El día que me cierren los ojos, antes no. Seguiré en activo hasta que pueda. Te pones a trabajar y pierdes el sentido del tiempo. Te das cuenta de que llevas doce horas de pie, no se pinta sentado, y llega un momento en que quedas paralizado y no te puedes ni mover. Lógicamente tienes que parar. Lo cierto es que no me interrumpen jamás, porque no me gusta nada. Ahí tengo mal genio yo.

-¿En qué se inspira para hacer sus cuadros?

-La música clásica me ayuda a abstraerme y pierdo el sentido del tiempo. Yo creo que es muy importante en mi trabajo. Nunca pinto sin escuchar música. Además, con frecuencia, escojo temas un poco adecuados a la obra que estoy haciendo. Como no estoy para cambiar discos, a veces repito el mismo [se ríe].

-¿Y siempre escucha música clásica?

-Siempre. Mi predilecto es “La pasión según San Mateo”. Le debo muchos cuadros a Johann Sebastián Bach. Me gusta muchísimo, aunque también Bethoven y Mozart.

-Se define como un autodidacta. ¿Cuándo comenzó en el mundo de la pintura?

-Desde pequeño todos dibujábamos y hacíamos cosas. Llegaban las Navidades y era una fuente de ingresos porque hacíamos muchos ‘Christmas’ a mano. Los vendíamos en las librerías y con eso teníamos asegurado que el día de Nochebuena cenaríamos. Desde que tengo uso de razón siempre he pintado y dibujado.

-¿Cuántos cuadros acumula?

-Buf, miles. Ahora tengo pocos porque la gente se los lleva. Me deben de ver mala cara porque ahora están comprando más. En momentos de crisis resulta que la gente invierte en estas cosas.