La falta de alternativas y la inflación elevan los gallegos que comparten coche a 380.000

Los usuarios de la aplicación Blablacar crecen un 14% en un año hasta unas cifras récord

Reducir gastos en viajes para poder ahorrar impulsan esta modalidad de transporte

Daniel Domínguez

Daniel Domínguez

Con la cesta de la compra por las nubes, el precio de la luz disparado hasta el punto de que España cerró el año pasado con una de las tarifas más caras de Europa, y el encarecimiento de los coches, sobre todo los de segunda mano, y de la gasolina, compartir coche se ha convertido en una práctica cada vez más habitual entre los gallegos, favorecida también por la falta de trenes y combinaciones para alcanzar en un tiempo razonable algunos destinos cercanos, como Asturias o Cantabria. En ese contexto, los ciudadanos que deciden viajar con desconocidos para compartir gastos y ahorrar dinero crecieron en 2022 un 14% hasta la cifra récord de 380.000 usuarios de una de las principales aplicaciones destinadas a esta actividad, Blablacar.

La evolución de las cifras evidencia el impacto de esta movilidad compartida, la única posibilidad para muchos ciudadanos que carecen de conexiones ágiles mediante otros transportes o económicas. En 2020, el año marcado por la pandemia, los gallegos que empleaban esta aplicación eran 211.843: en tres años el dato ha crecido más de un 80%.

El rango de edad con más usuarios en Galicia es el de las personas entre 30 y 40 años, que ocupan el 32% del total”, apuntan desde la compañía, que aporta un dato clave para entender en qué trayectos se emplea. “La distancia media que recorren en cada viaje compartido es de 315 kilómetros, a un precio medio de 15 euros por viaje, un euro más que en 2021, debido en gran medida al aumento del precio de los combustibles”, añaden fuentes de Blablacar.

Los viajes compartidos para distancias cortas, como el itinerario diario al puesto de trabajo, no se ajusta al uso de Blablacar, pues en todo caso se realiza mediante compañeros o conocidos. Es en las grandes distancias donde esta aplicación y similares ganan adeptos para reducir costes.

El sistema funciona con un registro en su portal que permite “ofrecer” a los usuarios un viaje en una fecha determinada, como, por ejemplo, entre Vigo y Oviedo, que obliga a utilizar el coche si no se quiere convertir la travesía en una peregrinación de autobuses, porque no existe conexión ferroviaria ni aérea sin pasar por Madrid. El coste puede superar los 50 euros, pero si se lleva acompañantes, que pagan una parte, se ahorra mucho, aunque quizás haya que realizar alguna parada por el camino o desviarse un poco, pues un viajero puede quedarse en Lugo.

El mayor impacto de esta modalidad se registra en el interior, con Ourense al frente con un 21% de la población (65.000 usuarios), seguida de Lugo con un 20% (67.000 usuarios), A Coruña con un 17% (184.000) y, finalmente, Pontevedra, con un 7% (63.000).

A nivel estatal, los ciudadanos que emplean la plataforma alcanzaron el año pasado los ocho millones de usuarios, con Andalucía a la cabeza con 2,3 millones, seguida de Madrid, con 1,3 millones, y de Comunidad Valenciana, con 950.000.

“Viajo una vez a la semana de Vigo a Santander y me compensa esta fórmula”

Ignacio Solana - Usuario de Blablacar

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A sus 50 años, Ignacio Solana se ajusta a la perfección al perfil de usuario de coche compartido: trayecto largo realizado frecuentemente y sin otras alternativas prácticas al vehículo propio. Vive en Santander y trabaja en Vigo, adonde acude cada semana. “Tengo más de 750 valoraciones en la plataforma. Indica que hago muchos viajes”, se ríe sobre su situación.

Emplea este modo de viajar porque le aporta comodidad y cierta flexibilidad. “Puedes estar cerca de Plaza América, en Vigo, y que otro usuario vaya a salir desde ahí, aunque es algo que varía mucho por las horas, si es festivo, etc...”, comenta antes de añadir que la falta de alternativas obliga a tirar de este tipo de movilidad. “En algunos sitios no hay un autobús barato o hay problemas de plazas para los trenes, por ejemplo. Con Blablacar puedes solucionarlo”, añade.

Suele recoger a tres personas cuando se desplaza, porque prefiere que todos viajen de manera más confortable que yendo cinco. Sus cálculos cifran el coste entre Vigo y la capital cántabra en 80 euros de diésel por más de 600 kilómetros, a lo que hay que añadir peajes y el propio desgaste del vehículo, por lo que la ida y la vuelta superan los 200 euros.

“Cada usuario te cobra una cosa, aunque la aplicación ya te recomienda una horquilla en función del trayecto. En mi caso, te marca de 25 a 35 euros. Yo suelo poner un precio de 30 a 35”, relata sobre unos precios a los que luego se añade una comisión para Blablacar.

El ahorro es quizás la principal motivación de los usuarios, que además logran así que sus viajes resulten menos monótonos que realizarlos sin más compañía que la radio. “Yo hago ese viaje una vez a la semana y con este sistema me compensa. Me ahorro mucho, aunque a veces pueda tardar más tiempo”, reconoce Solana.

Esa demora depende del lugar de destino de sus compañeros de viaje. “Alguno puede quedarse en Santiago, otro en Foz, otro en Gijón...”, ilustra sobre una circunstancia que obliga a dar rodeos.

Solana se muestra satisfecho de la experiencia, hasta el punto de reconocer que emplea esta fórmula para viajar desde hace 14 años. “La juventud no viaja en coche compartido. Lo usamos, sobre todo, gente de 40, 50 o 60 años, pero también aparecen incluso de 70. La mayoría es gente muy simpática”, finaliza.

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