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Maíz gallego al ‘arca de Noé vegetal’

Grupo de Genética y mejora del maíz de la Misión Biológica de Galicia, con su responsable Rosana Malvar (centro), acompañada del creador del banco de germoplasma, Amando Ordás (3º izq.). | // G. SANTOS

‘Pan de millo’ postapocalíptico. En caso de que un desastre nuclear condenase el futuro del planeta, un ‘arca de Noé vegetal’ que se atesora en Noruega permitiría recuperar entre millones de semillas de cultivos las variedades de maíz autóctono de Galicia, entre otras. ¿Cómo? Hace solo unos días que los últimos granos de una variedad gallega –concretamente la de mayor calidad para hacer ese característico pan– partieron junto a las de unas cien variedades locales desde la Misión Biológica de Galicia (MBG) en Pontevedra, hacia el Centro de Recursos Fitogenéticos, ambos dependientes del CSIC. Allí, los Investigadores del INIA seleccionan variedades de trigo, legumbres, tomates y maíces, que serán conservadas en dicha infraestructura situada en el Ártico. No son los únicos.

FINCA EXPERIMENTAL DE LA MISION BIOLOGICA DE SALCEDO. INSEMINACION CRUZADA DE MAIZ. GUSTAVO SANTOS

También viajarán leguminosas y brásicas hortícolas de Galicia (berza, repollo, nabos, nabizas y grelos) procedentes de la MBG –según avala la directora del centro, Elena Cartea– y también maíz y otras semillas de cultivos del Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo de la Xunta en A Coruña, tal como confirman investigadores. En un primer envío o en posteriores. Siguiendo el símil futurista, parte de los ingredientes del caldo gallego están asegurados contra el cambio climático o un cataclismo. En total, España depositará más de mil semillas por primera vez en la mayor colección de bioseguridad agrícola mundial.

En la Misión Biológica de Pontevedra los trabajos comenzaron hace décadas con el hoy profesor de investigación ‘ad honorem’, Amando Ordás, que fue el creador del Banco de germoplasma. Según explica la responsable del Grupo de Genética y mejora del maíz, Rosana Malvar, “enviamos una réplica al Centro de Recursos Fitogenéticos, que gestiona el envío de semillas a Noruega: antes o después, se enviarán allí todas las colecciones gallegas”. Se trata de las variedades de maíz que son ‘autóctonas’ desde hace unos 400 años, que se han ido adaptando a los usos gallegos y al clima desde su llegada de América.

La alternativa a una destrucción masiva de cultivos se encuentra al final de un túnel que se hunde en la tierra helada de una montaña de un archipiélago noruego cerca del Polo Norte. Se trata de la Bóveda de Semillas de Svalbard. Ahí se atesora una copia de seguridad de un millón de todas las plantas comestibles. Y, por primera vez, esta instalación que salvaguarda la base de la alimentación mundial. incorporará variedades procedentes de España, país de gran riqueza en biodiversidad al ser puente entre Europa, América y África.

“Las primeras 1.080 variedades españolas ya están preparadas en congeladores del INIA-CSIC”, explica el investigador del INIA y director del Centro de Recursos Fitogenéticos del instituto, Luis Guasch. “De ellas: 300 son cereales de invierno, 114 de las cuales corresponden a trigos; 510 son leguminosas, de las que 189 son judías; 200 son hortícolas, 81 de ellas tomates, y 108 variedades de maíces”, añade. El período de duración del depósito suele ser de 10 años renovables. “Sólo una vez ha hecho falta recurrir al banco de Svalvard para solicitar semillas: para regenerar las muestras del banco de Siria, destruido por la guerra”, recuerda Guasch.

“A Noruega llegarán unas cien especies locales”


“Enviamos al Centro de Recursos Fitogenéticos unos 400 gramos de maíz en una muestra suficiente que garantiza que no vamos a perder la variabilidad”, explica Rosana Malvar. Así, se conservarán semillas de unas trescientas variedades, de las que un centenar son gallegas –y a Noruega llegarán unos 100 granos de cada una–.

En la web de la MBG se pueden encontrar las procedencias del maíz de grano, dulce o de palomitas con el que trabajan y que van desde A Franqueira, A Cañiza, Cotobade (Pontevedra) hasta Vilamarín o Gomesende (Ourense), pasando por EE UU y México.

Las últimas que se acaban de desgranar y enviar proceden de la campaña de 2021. “Tenemos ya las variedades y las copias casi en Noruega, pero se acabaron los recursos para multiplicación de las que quedan aquí”, lamenta Rosana Malvar. Para que las muestras sean recientes y se conserven viables durante el mayor tiempo posible, quizá cientos de años, se requiere su multiplicación en el campo en las condiciones adecuadas, sin cruces ni mezclas con otras variedades, manteniendo la identidad de las variedades. Además de que continúa la investigación sobre las más resistentes a las plagas o al cambio climático.

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