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Dirigir un colegio: una misión a tiempo completo

Izquierda, Raquel Iris López en una clase. Derecha, Roberto Zapata, del CEIP Mosteiro Bembrive en una clase Imágenes cedidas por R. I. L y R. Z.

Este año, más de 430 centros debían elegir dirección: casi 240 repiten y 200 renovaron

A principios de mes, la Consellería de Educación inauguraba una edición más las jornadas de formación para la función directiva y el secretario xeral de Educación, José Luis Mira, resaltaba la importancia del cargo para “la mejora de la calidad del sistema educativo” e incluso lo avalaba con números, al apuntar que algunos expertos llegan a “cuantificar en un 25% la influencia del liderazgo en los logros escolares”. La responsabilidad del puesto queda clara y además, como ocurre en la política, los mandatos son inicialmente por cuatro años. De ahí que en muchos casos al proceso electivo lleguen pocos aspirantes y tenga que ser la Administración quien designe al responsable.

Pero, ¿qué se necesita para ser director de un centro? Roberto Zapata, que accedió este año a su puesto actual como director del CEIP de Mosteiro-Bembrive, en Vigo, recurre al símil del “jefe de una pequeña empresa” para explicarlo: “Tienes que entender algo de contabilidad, de gestión de proyectos, de recursos humanos y estar preparado para redactar el plan digital de centro y al cabo de cinco minutos estar fregando un aula encharcada”.

Zapata ya sabe cómo es eso de dirigir, porque ocupó el cargo en el pasado, y es de los que presentó su candidatura y su proyecto para el centro tras una decisión “meditada” durante el proceso de renovación de directivas que vivieron este año un total de 437 colegios e institutos gallegos. El nombramiento de Raquel Iris López, directora desde julio del CEIP Plurilingüe Frián-Teis, fue de los extraordinarios. Son los efectuados por la Jefatura Territorial de Educación cuando no hay candidatos, por ejemplo, lo que ocurre con frecuencia. Esta vez la Xunta no da datos al respecto y solo indica que este año, tras prorrogar el curso pasado por el COVID a 210 directivos en sus puestos, en 239 colegios o institutos se renovó en el cargo a quien lo ostentaba ya y otros 198 estrenaron director. O, mejor dicho, directora. Porque si la profesión de docente está ejercida sobre todo por mujeres, esta vez la jerarquía refleja su peso y son ellas las que mandan en los “coles”. En 2018/2019 ocupaban el 58,1% de 1.387 puestos.

Unas y otros afirman que “no queda otra” que ejercer el liderazgo, entendido, como apunta Zapata, como dar “ejemplo” y “dinamizar” y “mejorar todo aquello que así lo requiera”, como puntualiza Raquel Iris López, lo que exige esfuerzo y tiempo. Una persona directora “lo es las 24 horas del día; la desconexión nunca es total”, afirma.

“Paso los días a la carrera del despacho al patio”

Roberto Zapata

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Roberto Zapata se topó con su vocación docente “por el camino”. Estaba hecha para durar, porque lleva en la profesión 21 años ya y no es la primera vez que se halla tras los mandos, un puesto que no justificaría, dice, ni la “ambición” ni una compensación económica que no es “muy significativa”, sino la voluntad de “servicio al centro”. “No tenía particular deseo de asumir el cargo, pero pienso que es importante implicarse y ayudar al proyecto colectivo que queremos para Mosteiro-Bembrive”, sostiene.

Roberto Zapata, del CEIP Mosteiro Bembrive en una clase. IMAGEN CEDIDA POR R. Z.

Frentes abiertos no le faltan y además están sus clases de Educación Física. “Paso los días a la carrera desde el despacho al patio para atender todas las demandas”, señala. “Los retos y desafíos son muchos: mejorar la forma de trabajar, las instalaciones, remediar las carencias en cuanto a medios que llevamos arrastrando desde hace años, renovar el aula de informática, ilusionar al claustro y a las familias con nuestro proyecto...”, enumera. Pese a su experiencia, le impone respeto el “estar a la altura de la misión”. Lo motivan “la posibilidad de hacer cambios, de ver plasmados los sueños y las propuestas” de “compañeros y compañeras y de las familias que confían en nosotros”. Para hacerlo, defiende que el director tenga “cierto margen de maniobra”, aunque “sin el apoyo del claustro y de las familias, no ejercerá de modo efectivo su función”.

“Ante todo somos maestros”

Raquel Iris López

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Raquel Iris López llegó al puesto este curso tras cinco años de maestra y la experiencia de integrar el equipo directivo el año pasado como secretaria, una “gran ayuda”. Varias “circunstancias” la llevaron a la dirección, un puesto que, admite, requiere de “gran implicación por la responsabilidad que asumes”, pero a la vez un reto que valora por los “aprendizajes” que conlleva.

Una directora, explica, se ve en la obligación diaria de tomar decisiones muy diversas, de ahí que se precisen cualidades de liderazgo. Pero tomar decisiones conlleva el riesgo de equivocarse, avisa, y por ello “lo mejor siempre es escuchar, reflexionar y valorar opciones antes”. Ve con buenos ojos que el claustro y los consellos escolares “ganen capacidad de decisión” con la Lomloe, ya que son “pilares” de la comunidad educativa. 

Raquel Iris López en una clase.

Raquel Iris López en una clase. Imagen cedida por R. I. L.

El principal reto, sostiene, es “hacer bien las cosas, mejorando el centro educativo en todos los aspectos que sea posible, mirando siempre hacia adelante”. Alcanzar la meta es lo que más respeto le impone e igualmente lo “más bonito” de su labor.

Tanto Raquel Iris como Zapata creen que algo de gestor hay que tener para sobrellevar la burocracia, que “siempre supone un trabajo arduo”, concede la directora. Con todo, y pese a que la capacidad de gestión “es importante”, insta a no “olvidar que, ante todo, somos maestros y maestras y seguimos teniendo horas de docencia. La calidad de nuestro trabajo en las aulas no debe verse afectada”. Otra vez buscando “equilibrios”.

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