No contar con el personal suficiente o que este no tenga la titulación exigida, deficiencias en las instalaciones, desatención de las necesidades básicas de los usuarios, superar los límites de ocupación, proporcionar a los usuarios tratos degradantes... Son algunas de las infracciones que se enumeran en la Lei de servizos sociais de Galicia, aunque las irregularidades “más frecuentes” que llegan hasta la Administración gallega tienen que ver con el incumplimiento de la proporción del personal necesario para atender el servicio y el no contestar a los requerimientos de los servicios de inspección.
Así lo explican desde la Consellería de Política Social, que el año pasado, con la pandemia y su incidencia en los centros de mayores, duplicó su actividad sancionadora respecto al ejercicio anterior al incoar un total de 53 expedientes sancionadores, a una media de uno por semana. Como señalan desde la Xunta, es raro que estos casos no acaben en multa.
El departamento dirigido por Fabiola García también registró un incremento del 7% en el número de denuncias tramitadas, que ascendieron en total a 477, y eso a pesar de que la labor inspectora, por culpa de la pandemia, se redujo en un 25 por ciento sobre lo previsto. El grueso del dato, que recopila las reclamaciones realizadas por particulares o por entidades públicas o privadas, está protagonizado por instalaciones relacionadas con mayores, discapacidad o dependencia, en seis de cada diez casos. Además, con respecto a los datos recopilados para el ejercicio de 2019, estas reclamaciones experimentan un crecimiento de un 17,5 por ciento.
Política Social cerró 2020 con una cuarta parte menos de inspecciones que en 2019. Lo atribuye a que determinados centros (ocupaciones, de día, sociocomunitarios...) que debe supervisar permanecieron durante tiempo clausurados por el coronavirus y en los primeros meses de la pandemia la incidencia de la enfermedad, “especialmente en las residencias”, señala, y las limitaciones del confinamiento también incidieron en la reducción de la actividad inspectora. No obstante, de forma paralela, indican que las “nuevas necesidades” de estos centros frente al virus requirieron de un mayor asesoramiento por parte de la Administración y suscitaron asimismo “una mayor preocupación” entre los particulares.