Algunas conversaciones de pasillo lo recordaban ayer. En 1992 la selectividad también fue protagonista, no por la dificultad de los exámenes, por la afluencia de alumnos o por la normalidad en su desempeño, sino por los problemas. Entonces una filtración obligó a repetir los exámenes de Filosofía, Análisis de Texto e Inglés. Ayer no se llegó a ese extremo: hubo en cambio que aplazar la realización de la prueba de Filosofía, cuyo error enseguida detectaron los estudiantes. Caras de extrañeza, susurros, brotes de nervios delataron que algo no iba bien: las dos opciones mezclaban autores, cuando lo regulado marcaba que solo algunos entrarían dentro del temario de la alternativa A, y otros en la B. Así, por ejemplo, se estableció en la primera opción un comentario de texto de Hume, filósofo que estaba asignado a la alternativa B. Y lo mismo con otras actividades que entremezclaban a Marx o a Ortega y Gasset, de distintas opciones.

El examen de la tarde no violó ninguna norma, aunque a algunos, visto lo visto, les pareció "duro". Para comentar, los alumnos pudieron elegir entre "los límites del conocimiento" de Kant o la "ética y la política" de Aristóteles.