Los gallegos hablaron en las urnas, pero el proceso para configurar el nuevo mapa político municipal todavía no ha finalizado. En un tercio de los ayuntamientos habrá que esperar al 15 de junio, el día marcado para la constitución de las corporaciones, para conocer el nombre de la persona que ocupará la alcaldía. En los restantes 218 esa duda está prácticamente disipada: el triunfo por mayoría absoluta de uno de los partidos en liza otorga a sus candidatos un billete directo de acceso al poder.

En 95, no obstante, serán necesarios los acuerdos, como parte de la voluntad que los ciudadanos reflejaron en las urnas. En algunos casos la artimética será más compleja, pero en otros la cercanía ideológica de las formaciones desbrozará el camino hacia los gobiernos locales. Y sin necesidad de que ninguna sea la fuerza más votada. Ocurrirá así, por ejemplo, en 35 ayuntamientos donde el PP se embolsó un triunfo, sí, pero insuficiente para gobernar sin socios. Algunos son conocidos, como las ciudades de A Coruña, Lugo, Ferrol, o Redondela. Por provincias se reparten en 14 en la circunscripción coruñesa, nueve en Pontevedra, ocho en Ourense y cuatro en Lugo. En todos, acuerdos de hasta cuatro bandas protagonizados por siglas de izquierda -algunos con el concurso de partidos locales-, podrían desplazar a los populares.

A priori, dentro de estas, 25 alcaldías pasarían a manos del PSOE, cuatro a las del BNG, tres le corresponderían a mareas locales y tres a otros partidos.

Aparentemente más fácil lo tendrán los de Alberto Núñez Feijóo en cinco ayuntamientos. En A Cañiza, Malpica, O Corgo, Maceda, Punxín, la presencia de Ciudadanos ofrece al PP una muleta en la que apoyarse para gobernar y rentabilizar su triunfo.

Los socialistas, por su parte, también tendrán que hacer efectivas algunas de sus victorias fajándose en la mesa de negociación. El hecho de ser los más votados en 25 plazas no les eximirá de tener que dialogar con otros partidos de izquierda; situación que se dará en nueve municipios coruñeses, cinco pontevedreses, cuatro lugueses y cinco ourensanos. Santiago de Compostela es el gran ejemplo urbano, pero en la misma casuística entran localidades medianas como Caldas de Reis, Catoira o Verín. En Baiona, la victoria del PSdeG le aboca a buscar el favor de Nós Baiona, formación el exalcalde socialista Carlos de la Peña, y del BNG.

La entente entre socialistas y nacionalistas puede hacerse recurrente en el tablero, tanto si son los del PSdeG los necesitados de acuerdos, como al contrario. El Bloque, sin ir más lejos, necesita acuerdos en diez ayuntamientos. Resalta aquí la Pontevedra de Lores, que se quedó a las puertas de la mayoría absoluta que le pronosticaban los sondeos, aunque en otros bastiones, como Rianxo o Bueu, tendrá igualmente que tender puentes por la izquierda. Y lo mismo en Vilaboa, Moaña, Toques, Muras, Barreiros, Vilar de Barrio o Castrelo de Miño.

El consuelo que le queda a todos los ganadores sin mayoría absoluta es que la Ley de Régimen Electoral General (Loreg) permite nombrar alcalde al candidato de la lista más votada en caso de que no se produzcan pactos para formar mayorías absolutas.

No existirá ese problema en dos de cada tres ayuntamientos gallegos. En comparación con las elecciones de 2015, el tres concellos que se incorporen a la bolsa de mayorías absolutas, establecida el pasado domingo en 218, según los datos del escrutunio provisional proporcionados por el Ministerio del Interior.

Síntoma de estabilidad en la gestión, pero también de podería por parte de quien las ostenta, las mayorías siguen siendo uno de los puntos fuertes del PP, que concentra más de la mitad, aunque la cifra va en descenso: si en 2011 recogió 188 mayorías, cuatro años después se tuvo que conformar con 149. Ourense, con 53, despunta como principal feudo, pese a los interrogantes sobre la continuidad de Manuel Baltar en la Diputación.

Mientras, los socialistas pasan de las 48 mayorías absolutas conquistadas en los últimos comicios a 66, propulsados en gran medida por el viento de cola del 28-A. Gran parte de ellas las consigue el PSdeG en dos provincias donde ya estuvo gobernando en los últimos cuatro años a través de la Diputación. Se trata de A Coruña, donde sella 22, y Lugo: allí registra 19. En Pontevedra, otra de las provincias gobernadas por el partido del puño y la rosa, la cifra se duplica hasta alcanzar las 11.

El BNG, mientras, gana una mayoría absoluta, y se queda con 14. Media docena se ubican en la circunscripción coruñesa.

En la carrera por los ediles, lo apretado del resultado en votos -el PP retuvo la primera posición en Galicia por 9.000 votos respecto al PSdeG- no tiene un reflejo paralelo en las corporaciones, pese a que la diferencia de 715 ediles que distanciaba al bipartidismo en 2015 es ahora de 499, en ambos casos a favor de los populares. De hecho, los 143 ediles ganados por los de Gonzalo Caballero son consecuencia de la pérdida de 124 del PP y de los 11 que se deja el BNG.

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