En 2017, cuando en Galicia se batieron los registros de la década, Portugal también vivía un año negro. Entonces las llamas calcinaron más de 440.000 hectáreas y los incendios del país se saldaban con la vida perdida de más de un centenar de personas. El año pasado ardieron 36.000 hectáreas, una cifra elevada, pero diez veces inferior a la del año previo. Y este año, el país vecino comienza a sumar, como Galicia, zonas calcinadas.

Así, al menos cinco incendios permanecían ayer por la mañana activos en Portugal, el más grande de ellos en Aveiro, al norte del país, donde los vientos y las temperaturas "por encima de lo normal" para esta época del año han provocado también un adelanto de los avisos de la Protección Civil portuguesa, que suelen llegar en el verano. En Aveiro son unos 180 bomberos los que combaten las llamas en el municipio de Oliveira de Azeméis, apoyados por 55 vehículos de extinción y tres medios aéreos, según informa Efe. Este sería el más grave de los fuegos que asolaban ayer el país y que se concentran en el norte, en el distrito de Braga. Un total de 267 bomberos intentan controlarlos.

La Autoridad Nacional de Protección Civil, que ofrece información actualizada sobre la evolución de las llamas, ya había avisado de que las condiciones meteorológicas podrían traer consigo un adelanto de los fuegos, que suelen ocurrir en Portugal a partir de junio. Protección Civil alertó de que "la coincidencia del acentuado aumento de la intensidad del viento y el mantenimiento de los valores de temperatura por encima de lo habitual para esta época del año" han supuesto la emisión de alertas tres meses antes de lo previsto.

Las previsiones siguen en esa línea. Las autoridades cuentan con que la humedad esta semana sea inferior al 30% y las temperaturas máximas se sitúen entre los 25 y los 28 grados en el centro y sur del país, y hasta los 25 en el norte. "Este escenario se traduce en un aumento de los índices de riesgo de incendio", subraya la ANPC, que lo sitúa entre "elevado" y "muy elevado".

Desde el país luso llegaba ayer también una buena noticia: una tela sintética ideada por un grupo de portugueses que pretende revolucionar el combate contra el fuego. Ante frentes de llamas donde se sobrepasan los mil grados centígrados, los bomberos pueden resistir y salvar la vida dentro de su vehículo. Así lo explicó a Efe el profesor de la Universidad de Coimbra Xavier Veigas, coordinador del proyecto: "Esta tela permite que si hay llamadas de 4 o 5 metro de altura con temperaturas de unos 1.500 grados centígrados, al ponerla sobre el vehículo este queda aislado y en su interior la temperatura será de entre 50 y 60 grados, como máximo".