La Xunta ingresó el pasado año por la venta de viviendas, locales y solares propios la cifra más baja de la historia: 3,8 millones. Fue un 53,6% menos que los 8,2 millones que recibió en 2016 y un 95% menos que los 83,8 que se embolsó hace una década. La de 2007, poco antes de que explotase la burbuja inmobiliaria, marcó el techo máximo en cuanto a los ingresos procedentes de la enajenación de patrimonio.

Con el boom de la construcción, las administraciones tenían una importante fuente de financiación en el sector. Pero llegó la crisis y el grifo se cerró. Un ejemplo son los ingresos que las comunidades reciben por la venta de su patrimonio inmobiliario, sobre todo, viviendas, locales comerciales, solares o suelo en los polígonos industriales. Antes de la crisis suponía un buen pellizco. Ahora, la cifra es residual.

Aunque la bajada en la recaudación por la enajenación de inversiones reales se produce a partir de 2009, el gran desplome ha llegado en los últimos seis años, en los que la cantidad no ha superado los 18 millones en ningún ejercicio. Si se suman los tres últimos, la cifra que se obtiene es cuatro millones inferior a la que se logró en todo 2011.

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Varias son las causas de este desplome. En primer lugar, la crisis económica ha reducido las transacciones de viviendas. Aunque la situación ha mejorado, esta mejoría no se traslada a la venta de pisos públicos que tiene la Xunta. También dispone de menos inmuebles que hace una década porque, prácticamente, ya casi no construye este tipo de viviendas. Lo mismo sucede con los locales que tienen esos edificios. Y la crisis también está detrás de que la administración gallega no pueda vender el suelo que tiene en los polígonos industriales, pese a las ofertas a la baja que realiza.

Los 3,8 millones es la cifra que la Xunta recaudó por la venta de parte de su patrimonio inmobiliario en 2017. Pero antes, para realizar el presupuesto, tiene que hacer una estimación de lo que cree que percibirá por estas ventas. Y siempre la recaudación es mucho menor de la prevista.

Por ejemplo, en 2008 la recaudación que se había marcado la Xunta alcanzó el 84%. Una cifra muy buena si se compara, por ejemplo, con el 43% de 2010 o el 44% de 2012. Es decir, en estos dos años no recaudó ni la mitad de lo que previsto.

Desde 2002 hasta 2017, la previsión total de ingresos fue de 846,9 millones y recaudó 577, el 68% de lo programado. Sin embargo, el comportamiento anual ha sido bastante diferente en los últimos 15 ejercicios. La mayor actividad se registró en los años de bonanza, cuando se alcanzaron los 83,8 millones (el 84% de lo previsto) en 2008 o los 62,4 millones (el 86%) en 2006. A partir de 2010, las cifras de recaudación bajaron sensiblemente y la Xunta también rebajó sus previsiones para no trabajar con unos presupuestos inflados.

La previsión de recaudación en 2017 rebajó su cuantía en 5,9 millones hasta los 7,07, un 45,6% menos que el ejercicio anterior. Proceden sobre todo de la venta de solares y viviendas por parte del Instituto Galego da Vivenda e Solo. En 2017, la Xunta recaudó un 54% de lo previsto, la cifra más baja de los últimos cuatro años.

Pero no es algo que le suceda solo a Galicia. Le ocurre al resto de comunidades. En la última década, las autonomía han sobrestimado de forma sistemática sus previsiones de ingresos por la venta de patrimonio. La conclusión podría ser que confían en unas previsiones a las que el mercado da la espalda. Aunque hay expertos que aseguran que inflan la recaudación para poder cuadrar así sus presupuestos y de paso respetar los objetivos de déficit público marcados. Entre 2015 y 2017, las comunidades recaudaron por la enajenación de inversiones reales 406 millones cuando la cifra presupuestada era 2.110.