Esta circunstancia obliga cada año al Servizo Galego de Saúde (Sergas), dependiente de la Consellería de Sanidade, a inyectar fondos extraordinarios para afrontar el pago de recetas y material médico, circunstancia derivada tanto de las necesidades como de un presupuesto deficiente, según ha denunciado en varias ocasiones el Consello de Contas.

El año pasado, el Sergas recibió 269 millones para poder afrontar sus obligaciones, de los que 231,1 correspondieron a recetas, productos farmacéuticos y material sanitario, 35,7 a personal y 1,5 para pagar a clínicas privadas. En diciembre se concentró el grueso de esa ayuda, con 164 millones. Aun así, las cifras están lejos, por ejemplo, de las de 2015, año en que mediante sucesivas modificaciones presupuestarias, Sanidade recibió 420 millones extra: 198,9 para recetas y fármacos, 96 para productos médicos y 125,7 para personal.

Estos salvavidas económicos a medida que avanza el año fueron considerados un síntoma de unos presupuestos mal elaborados por Contas, que denunció prever gastos previsibles a la baja y luego inyectar 522 millones en 2016, de los que 320 correspondían a fondos adicionales y el resto, a trasvase de partidas internas de Sanidade.

A pesar de ello y de la caída de ingresos durante la crisis que motivaron los recortes de gasto en la Xunta y en el resto de administraciones, el Gobierno gallego no recurrió a los fondos estatales para afrontar pagos de medicamentos a farmacias.

Para mitigar los salvavidas mensuales desde la hucha central de San Caetano, el Sergas elevó este año la partida destinada a "materia, suministros y otros" un 11,2%, lo que supuso 132,15 millones más que en 2017, según datos del Gobierno central.