España y Portugal estrenaron ayer sus nuevas líneas de frontera a lo largo de los ríos Miño y Guadiana, tras delimitar lo que corresponde a cada uno de los dos países, de modo que se permitirá también fijar el alcance del espacio marino de ambas naciones. Los países ibéricos señalan que son "conscientes" de la importancia de la seguridad jurídica que proporcionan unos límites "bien definidos" y de separar las aguas interiores del mar en la desembocadura de los ríos.