Es miércoles en Santa Cruz de Queixa, un pueblo de la montaña de Ourense de solo cinco habitantes. Cuando el visitante se acerca, la aldea aparece como colgada de la ladera. La parroquia pertenece al concello de Chandrexa de Queixa, de 639 vecinos. Su alcalde asegura que "hace tiempo que el tiempo se ha detenido en Queixa. Aquí todo sucede despacio". Es cierto, parece que el reloj se ha parado. "En Queixa casi nada ha cambiado y casi nadie. Venir aquí es volver a la Galicia de siempre, a lo auténtico, a lo genuino", reconoce con orgullo.

El párroco, que lleva otras nueve parroquias, ha quedado a mitad de semana con los cinco feligreses que habitan Santa Cruz. Es la única forma de que tengan atención espiritual. Son ya mayores y no acuden a misa al pueblo cercano. Tampoco poseen servicio religioso como en otras aldeas. La única forma que ha encontrado la Iglesia para evitar que queden desatendidos son estas visitas entre semana.

Santa Cruz de Queixa es solo un ejemplo de cómo la despoblación del entorno rural agudiza los problemas para garantizar la atención religiosa en Galicia. El envejecimiento de la población y la crisis de vocaciones religiosas, con la constante merma de sacerdotes que eso supone, están provocando una reorganización de los servicios parroquiales en toda Galicia. Además de concentrar las misas dominicales en la zona rural y de reorganizar las parroquias, la Iglesia gallega también ha apostado por celebrar misas cada quince días en lugares con pocos feligreses.

El último en adoptar estas medidas ha sido el Obispado de Lugo, con 1.139 parroquias y solo 222 sacerdotes activos, y que concentrará las misas dominicales en las zonas rurales. Antes ya se habían unificado algunas zonas pastorales y arciprestazgos.

En la diócesis de Tui-Vigo la situación es similar. José Vidal, vicario de Pastoral, asegura que se está reagrupando parroquias desde hace dos años para que "las zonas que tienen más población no se queden sin servicio religioso". "Nosotros evangelizamos personas, no territorio", apunta antes de destaca que su diócesis es la más pequeña de España y está bien comunicada gracias a la autovía Vigo-Ourense y a la autopista Vigo-A Coruña. Pese a todo, también subraya "la escasez de clero" y "la despoblación de núcleos rurales". Cuenta con 290 parroquias y 160 sacerdotes de 65 años de media.

Mucho más extensa es la de Ourense, con 735 parroquias reunidas en 12 arciprestazgos. Antes de la reestructuración del año pasado eran 28. Su Obispado cuenta con 247 curas (66 años de edad media) que pueden tener hasta una docena de parroquias a su cargo. "Para mejorar la gestión también se ha procedido a la creación de unidades parroquiales, primero en Verín y después en Allariz", reconocen desde la diócesis. Además, se ha marcado como objetivo, al igual que Lugo, aglutinar parroquias. En estas unidades hay un sacerdote moderador y otros dos pastores que gestionan las parroquias dentro de su jurisdicción.

Por su parte, el vicario de la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol, Antonio Rodríguez, asegura que "desde hace tiempo se está realizando una progresiva reestructuración". "Hay un cambio sociológico y la realidad se impone. El número de sacerdotes está disminuyendo sin alarmarnos, pero sí de forma importante. Además la zona rural está despoblada", reconoce. Esta diócesis cuenta con 423 parroquias y 160 curas con una edad media de 68 años.

La quinta diócesis gallega, la de Santiago, es la segunda más numerosa en cuanto a parroquias (1.071) y la que más parrócos en activo tiene (427). En total, en Galicia hay 3.658 parroquias y 1.126 curas.