Cuando Nené Barral fue detenido por presunto contrabando de tabaco dimitió confiado, pues dejaba el Concello de Ribadumia en manos de sus pupilos: el bastón de mando fue para Salomé Peña, una joven edil con dedicación exclusiva a quien el mismo introdujo en política, y Rafael Louzán se mantuvo como primer teniente de alcalde, a quien también había situado como vicepresidente de la Diputación de Pontevedra.

Tres años después José Ramón Barral volvía a la política municipal. Lo hacía al frente de una lista independiente decepcionado con la actitud de los dirigentes del PP y muy dolido con quienes habían sido sus "delfines". En su momento, Nené Barral gozaba del apoyo mayoritario de su pueblo, y también con el de su partido, el PP. Tenía las manos libres para preparar sus propias listas. Solo quería ser alcalde y su influencia la utilizaba para colocar a los "suyos" en puestos estratégicos, pese a que Ribadumia apenas tenía 5.000 habitantes.

El hoy presidente de la Diputación de Pontevedra, cuyo padre era amigo de Nené Barral, empezó haciendo recados para el Concello de Ribadumia cuando era apenas aun adolescente. Poco después el entonces regidor lo ascendió a conserje y de ahí dio el salto a la política, otra vez de la mano de su mentor. Barral lo incluyó en su lista a las municipales y a él le debe casi toda su vida política: le nombró primer teniente de alcalde y le designó diputado, como paso previo a ocupar la vicepresidencia de la Diputación. La detención de Barral llevó a descubrir que Louzán figuraba en el consejo de adminsitración de una de sus empresas Éste alegó que había estado en la sociedad "sin enterarse", y acudió a un notario para dejarlo claro, aunque admitió que había sido socio de Feliciano Barral.

La campaña electoral de 2003 fue muy dura. Solo tres votos de diferencia llevaron a la junta electoral a otorgar la mayoría a la lista de Salomé Peña frente a la de Barral.