José Mazaira es el responsable de esta unidad de "última instancia" a la que pueden acudir padres y profesionales en busca de ayuda.

-¿Cómo distingue entre un niño con mucha imaginación y uno que puede sufrir síntomas de esquizofrenia?

-A veces es fácil y otras no. Que un niño no entre en su cuarto porque dice que hay un fantasma es fácil atribuirlo a su imaginación, pero que diga que no le gusta -y es un ejemplo- andar por la calle porque la gente le sustituye los ojos por persianas que se cierran y que eso le pone en contacto con extraterrestres y le produce mucha angustia y se encierra en su habitación, no lo es.

-Algunos cuestionan que se están tratando niños, por ejemplo, que más que sufrir hiperactividad son inquietos...

-Nadie que haya visto a un chico con ese trastorno duda de que existe, pero tiene grados. Cualquiera con un niño con trastorno hipercinético, el 25% total de estos casos, sabe lo difícil que es. Para diagnosticarlo se usan criterios de impacto. Además de los diagnósticos, tiene que ser un cuadro de suficiente gravedad e intensidad como para provocar un perjuicio importante al sujeto a a nivel personal, académico o laboral y en sus relaciones. Si no, no se puede diagnosticar de trastorno. Las estadísticas más conservadoras, con todo, dicen que entre el 2 y el 3% de los niños sufren de hiperactividad, y en Galicia no está atendido ni el 1%. Así que hay casos que no deberían ser tratados, pero hay muchos más que aún no lo están pese a necesitarlo.

-En una época en que sus dos padres trabajan, ¿no se sienten más solos los niños?

-Eso influye, sí. Creo que hemos empeorado en el aspecto de dedicarle tiempo a los hijos. Considero que es importante prevenir, antes de que aparezca nada, y es importante que tengamos en la cabeza siempre que los niños necesitan tiempo, afecto, límites y supervisión. Los límites hay que ponerlos de forma amable pero firme, aunque ya sé que hacerlo no es tan fácil como decirlo.

-¿Cuándo deberían preocuparse los progenitores?

-Si no ven al niño feliz. También se puede notar en el comportamiento. Aunque una mala conducta puede ser un problema educacional, también puede ser otras cosas, como la expresión de un trastorno o una depresión. En los niños, más que en forma de tristeza, puede manifestarse a través de la irritabilidad. El inicio precoz y la gravedad del cuadro son indicadores de que el problema puede persistir en el tiempo.