Ante la cantidad de extranjeros que llegan en busca de trabajo, Suiza pretende cerrar sus fronteras a los emigrantes procedentes de España, Italia y Portugal antes de que termine el mes de abril. Esta decisión podría afectar a los gallegos dispuestos a hacer las maletas a partir de ahora hacia uno de los destinos clave de la emigración para Galicia, que alcanzó sus cotas más elevadas en los años setenta. El flujo se ha reactivado tras la crisis en España de manera que en los últimos cuatro años el censo de residentes españoles en el país helvético se ha incrementado en 9.000 personas de las que cerca de 3.000 son gallegos. Es más, muchos eran emigrantes retornados (a Galicia) que vuelven a probar suerte en Suiza.

El Consejo Federal Suizo va a intentar buscar, antes de abril, la manera de limitar el número de trabajadores inmigrantes europeos que llegan a la Confederación Helvética, según publicó ayer el periódico francés Les Echos. Según el rotativo Suiza pretende activar la cláusula de salvaguarda sobre libre circulación de personas prevista en el acuerdo firmado entre la UE y Suiza.

El Gobierno de Berna, apunta Les Echos, había utilizado esta salvaguarda el pasado año, aplicada entonces para limitar la entrada al país de inmigrantes procedentes de los ocho nuevos países comunitarios (Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Eslovaquia, Eslovenia y República Checa). La cláusula puede ser activada unilateralmente cuando el aumento del número de autorizaciones de residencia emitidas supera en un 10% a la media de las emitidas en los tres últimos años. Con el ritmo actual de llegada de inmigrantes de forma masiva procedentes de España, Italia y Portugal, apunta el diario galo, ese 10% se superará el 31 de mayo.

"Está llegando mucha gente, eso es verdad, porque los que estamos aquí lo percibimos, incluso familias enteras, con los niños también", explican desde centros gallegos ubicados en el cantón alemán, vinculados a la tradición migratoria gallega al país helvético.

Si bien recuerdan que el año pasado se limitó a nacionalidades como la rumana, las mismas fuentes de centros gallegos argumentan que, en principio, les "chocaría" algún tipo de restricción al emigrante español: "siempre hemos sido bien recibidos".

Medida polémica

El consejero federal Didier Burkhalter aseguraba el pasado sábado a una cadena de televisión que "la cuestión de imponer la cláusula a todos los miembros de la UE está sobre la mesa", según avanzó el diario francés.

Esta cláusula no podría durar más que un año y el Gobierno suizo podría verse forzado a levantarla para dejar entrar a trabajadores de sectores estratégicos para el país, como la agricultura o el turismo, que dependen de la mano de obra extranjera. Además, Berna no tiene interés en estos momentos en causar algún tipo de malestar o desacuerdo a Bruselas, que en su momento mostró su disconformidad con la entrada en vigor de la cláusula en abril pasado por su "carácter discriminatorio".

El Consejo Federal, antes de aplicar la excepción que impediría la entrada a nuevos inmigrantes del sur de Europa, debe tener también en cuenta consideraciones de política interior ya que, por ejemplo, el partido populista de derecha (UDC) ha lanzado recientemente una campaña "contra la inmigración en masa" y la asociación Ecología y Población está recogiendo las firmas necesarias para someter a referéndum una ley que frene la "sobrepoblación".

De momento, los emigrantes obtienen el llamado permiso "B" cuando tienen un contrato de trabajo indefinido, por cinco años, en principio. Si van sin trabajo pueden tener el llamado permiso "L", por periodos de tres, seis o nueve meses. Si no se renueva deben regresar al país de origen.