Ante las explicaciones sobre la revisión que se hizo del negocio, incluido el asiento contable de la fusión, a Castellano le plantearon cómo era posible, si la situación era realmente mala, que hubiera inversores extranjeros interesados en entrar en el capital de Novacaixagalicia. El presidente del banco contestó que se estaba hablando "todavía" con ellos. A lo que se le repreguntó sobre la existencia de más opciones en la mesa para que fuera viable tras la reforma de solvencia impuesta por el Gobierno socialista. "Sí", contestó. "Había alternativas. Tenía la posibilidad de integrarse en un SIP e incluso fusionarse con el Banco Popular", reveló José María Castellano, que incluso reconoció la existencia de al menos una reunión con la cúpula del grupo que lidera el también gallego Ángel Ron, aunque duró, dijo, "unos diez minutos".

Desde el sector reconocen, efectivamente, los contactos entre Novacaixagalicia y el Popular, antes de lanzar la OPA sobre el Pastor. Una de las opciones que se barajaron por los responsables de la entidad fusionada para cumplir los requisitos de recursos propios impuestos por la entonces ministra de Economía, Elena Salgado, evitar la nacionalización y dar una salida a las participaciones preferentes y deuda subordinada. De hecho, antes del desembarco de José María Castellano en Novacaixagalicia, varios altos cargos de la entidad de ahorros y del Popular mantuvieron encuentros para analizar la operación.