Cuando Juan Pablo II pisó Madrid en 2003, Carlos Abella, abogado y diplomático de carrera, estaba entre la comitiva que seguía, en un vehículo escoba, al Santo Padre en su papamóvil. Alucinó “con el fervor y la emoción”, según sus palabras. Embajador de España en la Santa Sede durante ocho años, hasta que Francisco Vázquez le sustituyó, este coruñés defiende la “reevangelización de Europa, el reto de la Iglesia en este siglo, como única forma de mantener la unión y volver a los valores”.

-¿Cómo recordará Galicia un día como el de mañana?

-La visita del Papa es crucial para Galicia, España y Europa. Al igual que lo era Don Juan Pablo II, Benedicto XVI es muy europeísta. Aprovechando el Año Xacobeo, auguro que el Sumo Pontífice invocará al Apóstol para que proteja a Europa en la recuperación de sus raíces cristianas y grecorromanas frente a una cultura relativista que se ha implantado en los últimos años.

-¿Qué significa que Europa regrese a sus raíces?

-Europa nace con el Tratado de Roma y sus padres fundadores eran todos cristianos y católicos. Al europeo le han dejado con un sistema en el que todo son leyes y trabas y no puede pensar. La canciller alemana, Ángela Merkel, decía hace unos días que Europa tiene que ser cristiana, ante una posible entrada de Turquía en la Unión Europa. ¿Cómo vamos a dialogar con la cultura islámica si no somos capaces de entendernos en la nuestra? Por ejemplo, España ha llegado hasta el punto de permitir que se pongan nuevas mezquitas mientras desaparecen los símbolos religiosos y se quitan los crucifijos. España no se entiende sin el cristianismo.

-Primera visita de Benedicto XVI y en Año Xacobeo. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, no acudirá a la cita. ¿Debería estar?

-No se trata de una visita oficial o de Estado. Es una visita pastoral: de peregrinación. No creo que nuestro actual presidente tenga mucho eco en Galicia. Creo que con Montilla, en Barcelona, estará más arropado.

-Usted ha compartido muchos momentos con Juan Pablo II. ¿Era más carismático que Benedicto XVI?

-Era un Papa muy extrovertido, muy de puertas abiertas. También conocí allí al actual pontífice, como cardenal Ratzinger. Asesoraba a Juan Pablo II y la simbiosis era muy grande. Parten de la misma ideología pero son dos caracteres distintos. Benedicto XVI es un hombre de estudio, de gabinete y de palabras muy medidas; por eso da una sensación de mayor rigidez. Pero los resultados se ven al final. No hay más que recordar el hermetismo del ex presidente José María Aznar, y sus buenos resultados y, en cambio, Zapatero, más expansivo, pocos resultados obtiene.

-La factura por la presencia del Sumo Pontífice durante unas horas es elevada. ¿Compensa?

-Todas las visitas oficiales suponen grandes gastos. Más de 800 policías para la señora de Obama en su visita a Marbella, por ejemplo, y no vende lo que vende el Papa, para nada. Habrá gastos claro, pero son aceptados por las diócesis y por las empresas que son afectas a nuestra religión. La semilla que deja un papa es incalculable. Y la repercusión para el turismo: enorme. Hoy en día las agencias y los gobiernos se gastan millones para vender España fuera. Mira lo que gastó España en la Expo de China, solo por colocar el nombre de España fuera. La visita del Papa es muy rentable, en lo económico y en lo espiritual. Es la mejor bandera para vender España fuera y cuesta menos que las campañas de publicidad.

-¿Santiago o Barcelona?

-La visita a Santiago en Año Santo será una referencia en Europa; una Europa que debe reencontrarse a sí misma. La de Barcelona se centrará más en la familia. España es uno de los países en el que más se está disgregando la unidad familiar. Ahora se habla de cambiar el orden de los apellidos: me parece rizar el rizo de la estupidez.

-¿Qué aconsejaría al colectivo “que no espera” al Papa?

-Forma parte de la libertad de expresión y ni la Santa Sede puede oponerse a las muestras de rabia y apostasía. La gente que utiliza el anticlericalismo contra la Iglesia es para ocultar sus propias frustraciones.