Lleva años persiguiendo delitos de incendios en Galicia y, de momento, no ha hallado ni rastro de una supuesta trama, pero sí muchos incendiarios con algún tipo de trastorno o comportamiento asocial que actúan por motivos que, según explica el fiscal de Medio Ambiente, Álvaro García Ortiz, aún no están muy claros. Aún así, considera que el trabajo policial está dando buenos resultados y que la justicia actúa con eficacia.

–¿Se ha mejorado la investigación de los incendios desde la oleada de fuegos de 2006?

–Creo que sí. Ya desde un poco antes de 2006. Lo que ocurrió ese año supuso una llamada de atención importantísima y se activaron, no sé si alarmas, pero si sensibilidades en la población. Además la experiencia contribuyó a que los métodos de investigación se depuren cada vez más. El trabajo policial que nos llega ahora a los juzgados es bastante mejor, los atestados vienen más completos. Y la policía autonómica y la guardia civil se organizan mejor.

–Los detenidos por los dos incendios más peligrosos del verano –el de Boiro y el de Fornelos de Montes– fueron puestos en libertad con cargos. ¿No genera eso la sensación de que hay impunidad con los incendiarios?

–Para que a una persona se la prive de libertad, tiene que haber pruebas suficientes. Puede haber una justificación para detener a estas personas porque los indicios son poderosos, pero esos indicios no son suficientes para que nosotros le impongamos una medida cautelar tan grave como sería meterlo en la cárcel. El proceso penal garantiza que a ti injustamente no te van a meter en la cárcel. Eso no es impunidad, es Estado de Derecho.

–¿Pero puede pasar que haya culpables que se queden en la calle por falta de pruebas?

–Para mí no son incendiarios hasta que se demuestre lo contrario. Debe haber una presunción de inocencia. Lo que ocurre es que el delito de incendios es muy peculiar, porque quemas y destruyes la evidencia. El fuego destruye la prueba en sí misma.

–Entonces, ¿el nivel de esclarecimiento de los delitos de incendios es bajo?

–Similar a otros delitos. Si miras los robos en la ciudad de Santiago, por ejemplo, pues te saldría incluso una ratio favorable a los incendios, porque además los fuegos se investigan todos y los robos no.

–¿Y qué porcentaje de detenidos son sentados en el banquillo?

–Es muy complicada esa estadística en términos judiciales. Lo que sabemos es que aproximadamente un diez por ciento de los detenidos son condenados. Pero no todos los arrestos llegan a juicio. El año pasado se dictaron 63 sentencias, de las cuales 43 fueron condenatorias.

–¿El diez por ciento no es un porcentaje muy bajo?

–Igual que cualquier otro delito. Un ejemplo es el tráfico de drogas. ¿Cuántos actos de drogas puede haber una noche en una ciudad? Miles. ¿Cuántos llegan a juicio? Pocos.

–¿Y cuántos incendiarios están en las cárceles?

–Es difícil saberlo, pero son pocos. Más que en prisiones hay gente cumpliendo medidas de seguridad. Eso significa que son personas con un trastorno y eso nos impide meterlo en una cárcel. Por eso hay más incendiarios en centros psiquiátricos que en prisiones.

–¿No hay módulos psiquiátricos en las prisiones gallegas?

–No. Son internados en el Hospital de Conxo de Santiago. Ojalá hubiese módulos psiquiátricos en las cárceles.

–Si hay más gente en psiquiátricos que en cárceles, ¿es porque la mayoría de los incendiarios detenidos sufre algún tipo de trastorno mental?

–Es verdad que el tipo de incendiario que conocemos o sufre alguna deficiencia mental o tiene un hábito como las drogas, el alcohol o algún tipo de comportamiento antisocial que obliga a darle una atención que no es la criminal. El fuego, al final, no es más que el detonante de algo y además prender la llama es muy sencillo, es algo que puede hacer desde un niño de cuatro años a un anciano en silla de ruedas. Y por eso es tan difícil perseguirlo.

–¿Sería necesario crear programas de rehabilitación?

–Inevitablemente el incendiario cumple su pena y regresa a su entorno. Las políticas de rehabilitación podrían ser eficaces, pero como no tienen motivaciones especiales sería difícil trabajar con ellos. Por eso, apostamos más por la prevención general.

"Una persona que prende fuego no lo hace una vez, lo hace muchas" –Cuando los incendiarios son detenidos, ¿suelen mostrar arrepentimiento?

–La confesión no es extraña en los delitos de incendios. Sobre todo al principio, luego en el juicio ya puede ser que varíen su testimonio. Cuando hicimos el estudio sobre las motivaciones de los incendiarios, enviamos equipos de psicólogos a las cárceles y la colaboración fue total por parte de todos ellos.

–Este año en Fornelos de Montes murieron dos brigadistas a consecuencia de un incendio. ¿Cuando los incendiarios prenden fuego lo hacen conscientes de que pueden matar a gente?

–Lo que al sujeto le pasa por la mente es muy complicado. Ahora si tu plantas fuego en agosto, con 35 grados, con el nordés, sin humedad y al lado de una casa realmente es muy difícil imaginar que esta persona no se pueda representar en su mente que eso pueda acabar matando.

–¿Los incendiarios suelen ser reincidentes?

–Por sentencia tenemos pocos reincidentes, pero la sensación que tenemos es que es así. Una persona no prende fuego una vez, prende muchas. Otra cosa es que seamos capaces de probar solo un hecho delictivo. Ocurre además alguna vez que una detención provoca que se acaben los incendios en una zona que se venía quemando ese mes o incluso otros años.

–¿Está ya totalmente descartada la existencia de una trama?

–En investigación criminal no podemos decir que no a nada. Pero no tenemos ningún indicio. No hay ningún cabo suelto que nos pueda llevar a una organización, aunque sea tosca, que defienda unos intereses comunes al quemar el monte. Pero no por eso, puedes decir que no existe. Desde luego, desde el punto de vista criminal sería más sencillo de atajar si ése fuera el problema. La existencia de una red organizada sería más fácil de detectar policialmente que no los individuos dispersos y sin organizar.

"Aunque tengas los mejores servicios de extinción del mundo se podría repetir una crisis como la de 2006"–Este verano ha sido fastidiado desde el punto de vista de los incendios...

–Esa sí que es una buena lección. El tema de los incendios es endémico. Por eso aunque climatológicamente tengamos unos años buenos, cuando hay una crisis es como un toque de atención.

–¿Entonces no hay solución a los incendios?

–No puntuales, aunque sí a largo plazo. El problema de los incendios no solo lo tiene Galicia. Depende de la climatología y de la biomasa forestal. Es el caso de los fuegos que hay en Grecia, California o Australia. Siempre han existido y siempre existirán. Son algo natural. Pero Galicia en eso es diferente, porque además de esas circunstancias, el fuego está presente en la vida del hombre, el territorio está desorganizado y el asentamiento de la población favorece que haya más riesgo en los fuegos. Y a eso nos vamos a tener que acostumbrar. ¿Qué podemos hacer? Políticas preventivas, de extinción y controlar las fuentes de riesgo. Las fuentes de riesgo pueden ser las llamadas imprudencias, los vertederos, las líneas eléctricas, los ferrocarriles... y los incendiarios. Y ésa es la parte que nos toca a nosotros, el tema criminal.–¿Se podría repetir una oleada de incendios como la que ocurrió en agosto de 2006?

–Esperemos que no pero tampoco podemos decir que no puede ocurrir. Aunque tengas los mejores servicios de extinción del mundo es imposible en algunos momentos parar la acción del fuego. Lo que tenemos que conseguir es que nunca se den las condiciones para que se produzca esa situación y eso significa poner en marcha políticas de ordenación del territorio y preventivas.