Si toda la costa gallega amaneció ayer como un campo de batalla, en el mar las consecuencias del vendaval no fueron menores. Basta un ejemplo. En la Illa de Arousa un barco de diez metros de eslora apareció a cinco metros del mar, encima de las rocas, casi metido en el monte. Las embarcaciones dañadas en toda la comunidad autónoma se cuentan por docenas y son de todos los tamaños. Los hay hundidos, varados en la costa, a la deriva o con el casco o los motores destrozados después de envestirse entre sí o contra las rocas. Eso sin contar los aparejos perdidos.

La zona más castigada fue la de Arousa, donde los damnificados no dudan en comparar los efectos de este temporal imprevisto con los causados por los huracanes Hortensia o Klaus. Sólo en A Illa se contabilizan daños en seis barcos bateeiros y 20 embarcaciones auxiliares. Y a esto hay que sumar los desperfectos en toda la ría de Arousa, O Morrazo, Vigo y el litoral coruñés, que sufrió los embates del mar y el viento en similares proporciones que las Rías Baixas.

"Nunca antes se había vivido semejante desastre en nuestro pueblo", aseguraba el patrón mayor de A Illa, Benigno Chaves. Algunos armadores aseguran que los anemómetros de sus barcos registraron rachas de 160 kilómetros por hora.

El temporal causó estragos en las bateas. Se han perdido toneladas de mejillón por el desprendimiento de las cuerdas y una veintena de bateas se fueron a la deriva, algunas de las cuales resultan ya irrecuperables tras haber encallado en tierra.

En Vigo, varias embarcaciones de las Escuela de Vela de O Vao amanecieron unas encima de otras. Y en Bouzas, los vientos huracanados de más de 100 kilómetros por hora rompieron los amarres del ferry Abel Matutes que construye el astillero Barreras. El buque quedó a la deriva, se desplazó más de 200 metros e impactó con otro barco en construcción que realiza el mismo astillero. A pesar de todo, los daños, según asegura la empresa, fueron menores.

En O Morrazo, dos barcos se fueron directamente a pique. El pesquero Facuca, de doce toneladas de registro, se hundió tras ser golpeado reiteradamente contra un acceso de escaleras del puerto de Aldán y también se fue al fondo la planeadora Albino Capitán II, fondeada en las inmediaciones.

Pero las embarcaciones menores anegadas son numerosas, al igual que las que rompieron amarras. Y también son cuantiosos los desperfectos que sufieron los muelles y puertos de toda Galicia.