Al final, hubo beso. Se resistía, porque su pareja lo evitaba argumentando: “Me muero de la vergüenza”. Pero el nuevo presidente tomó la iniciativa: “Chiny, no escapes”. Y Feijóo, recién elegido, con la emoción contenida, besó a su pareja, la periodista Carmen Gámir.

No fue el primero. Llegó después de abrazarse largo tiempo a sus padres y a su hermana, que junto a su lejano antecesor Gerardo Fernández Albor, presidían la tribuna de invitados. Además, hasta el anfiteatro tardó tiempo en llegar, pues todo el mundo corrió a abrazar al nuevo presidente. Y es que había cola.

Ya la hubo en el hemiciclo, antes y después de que el ex presidente Touriño se acercase a saludar afectuosamente a su sucesor. Acudieron todos los conselleiros, incluido el vicepresidente Anxo Quintana, que bajó raudo tras su letargo en la Mesa del Parlamento.

A las puertas, tras saludar uno por uno a los 38 diputados que facilitaron su investidura, se le abalanzaron todos aquellos que tienen un cargo con el PP en Galicia, como reivindicando con su presencia otro puesto más elevado. Allí estaban Orza, Dositeo Rodríguez, PalmouPita, Miras Portugal, Baltar, Louzán, Corina Porro, alcaldes y hasta el mismísimo Juan Fernández. El ferrolano, ex conselleiro con Fraga, fue de los primeros en abrazarse a Feijóo. Y hasta de Argentina vinieron, y se hicieron fotos con el Feijóo candidato y tras la votación quisieron repetir con el Feijóo ya presidente.

Todo acabó en besos y abrazos, y los enemigos se limitaron a un apretón de manos, pero el día no empezó igual. Aunque tras la comida (debió ser copiosa) se relajaron los ánimos, por la mañana hubo constantes rifirrafes. El aún candidato reconoció tras las cuatro intervenciones mañaneras sus problemas para aguantar sin responder a las embestidas desde su escaño del abertzale (como por la tarde lo llamó cariñosamente Francisco Cerviño) Bieito Lobeira. Reaccionario y demagógico eran los adjetivos para el futuro presidente.

Aymerich calentó los ánimos hablando de la “doma y castración” desde Génova, criticando la ideología resesa de Feijóo (citó El crepúsculo de las ideologías de Fernández de la Mora) y pidiendo la destitución inmediata de Agustín Hernández. Fue en ese momento cuando a la mesa del candidato empezaron a llegar mensajes con consejos de sus compañeros. Hubiese necesitado tres pupitres. Feijóo estrenó libreta cuadriculada para tomar notas, que subrayaba con fluorescente.

Tampoco gustó a Feijóo la crítica a su ideología conservadora por parte del socialista Leiceaga (aplaudido con ganas por sus colegas en su estreno oficial) y le recordó su traspaso del BNG al PSOE.

Pero cuando de verdad se encendió la Cámara fue con Ruiz Rivas. Los populares hasta le aplaudieron más que a su líder, y la oposición se reía sin disimulo de sus disertaciones. “Más rancios que una película de Esteso”, les soltó a sus rivales, contó chistes, habló de “góndolas y dornas” y provocó los “olés” de Bieito Lobeira. A Pachi Vázquez le espetó: “Le esperan más altas cotas de responsabilidad, señor Vázquez; no pierda la calma, que es un presidenciable”. Hasta apostó por Carlos Aymerich para ser el futuro líder del nacionalismo.

Tras el pleno del martes, le cogieron gusto a las citas, y hubo de todo tipo. Desde Homero hasta el padre Feijóo pasando por Roosevelt. Risco fue manoseado por unos y otros, y Feijóo hasta se atrevió con Castelao y su Sempre en Galiza. Y volvió a citar el Deus fratresque Gallaecia, que dijo que había sido criticado por “pudor laicista”. Aquí fue cuando cayó una granizada sobre el techo de cristal del Parlamento. “Ahí viene Dios”, dijo Lobeira.

A la hora de votar, arrancó Alberto Sueiro con un “sí” a gritos, Barcón casi se confunde y en los escaños de la oposición hubo un “uy” cuando votó Pedro Arias.

Acabadas las palmadas, Feijóo acabó confraternizando con todos en la cafetería mientras se tomaba una Coca-cola. Ya nadie se acordaba de que Pilar Rojo cortó abruptamente a Aymerich en su primera intervención. Un mal estreno.