El que iba a ser el reparto de los grandes inversores, se ha quedado en el concurso de los grupos medianos, sobre todo gallegos. De sociedades nuevas en esto de la eólica. De los que captaron menos la atención durante los seis largos meses que duró la recepción de candidaturas y su análisis. A veces incluso con tanta discreción que desde el sector y entre las empresas en general que se presentaron a la adjudicación se habla ya de "los tapados". Las promesas de inversión de las fortunas de la tierra y de las llegadas de otros puntos de España se han quedado en eso. Y sus dueños, boquiabiertos.

Nadie se atrevía a pronosticar que alguien como Manuel Jove, multimillonario, ex presidente de Fadesa, al frente ahora del imperio Avante Group -con picas en el negocio inmobiliario, la restauración, la moda o el petróleo- saldría de vacío en el reparto de Innovación. Entre otras cosas, porque a él se acudió en innumerables ocasiones para levantar proyectos en los que la Xunta tenía muchas expectativas puestas y necesitaba dinero contante y sonante. Estaba presente en el concurso hasta de cuatro formas _-con Iberdrola, con Epifanio Campo y Jacinto Rey (en el proyecto para el traslado de Ence fuera de Lourizán con la sociedad Inverabán), con Enhol, con Banco Pastor y a través de una firma propia, Gaelsa, de la mano de Añón, Cortizo y la también constructora gallega Alcuba) con una petición total de más de 1.600 MW. No ha conseguido ninguna. Ni un megavatio.

Ni él mismo se lo esperaba. Durante la presentación este mismo año de su nuevo entramado empresarial, con una división dedicada exclusivamente a la energía, sus colaboradores daban por hecho que lograrían arrancar parte de la potencia a la que aspiraban. Su interés estaba claro. "Participamos con cuatro sociedades", insistían.

Su antiguo imperio, Fadesa, no estaba entre las favoritas ante las graves dificultades económicas que atraviesa, inmersa en un proceso concursal, la mayor suspensión de pagos en la historia de España. El concurso eólico era para su actual responsable, Fernando Martín, la oportunidad para darle una nueva orientación al negocio del grupo.

Los últimos movimientos en el accionariado de Unión Fenosa le han pasado factura. Ahora que el galleguismo está únicamente en las raíces, su filial de renovables con la italiana Enel, se ha quedado fuera de la adjudicación. Y no será por los continuos mensajes que la compañía lanzó al nacionalista Fernando Blanco. Hay muchos millones de inversión pendientes en la comunidad, sí, pero la condición era una: quedarse con una buena cantidad de la potencia que estaba en juego. Innovación ha cerrado las puertas a su cuantiosa petición de 1.050,8 MW, una de las más elevadas en todo el concurso eólico. Ener Unión Fenosa, una de las operadoras más activas en el negocio del viento gallego, ha conseguido tan sólo 15,1 MW, de los que 0,1 están destinados a la repotenciación de su parque de Cabo Vilano. En el sector se espera ya la reacción airada de la tercera eléctrica española, que no estaba dispuesta a quedarse por debajo de los 300 MW.

A Banco Pastor le ha ocurrido un poco de lo mismo, a diferencia del resto de entidades financieras gallegas. Pujaba a través de Ventogenera, a medias con Jove, con una solicitud de 120 MW; y más ambicioso, con una demanda de más de 510 MW, unida a Gas Natural. En el segundo caso, además, con un prometedor proyecto para llevar el gas a aquellas zonas de Galicia que se están quedando fuera de las redes que se están instalando en la comunidad porque empresarialmente no son rentables. Ninguna de las candidaturas ha logrado el beneplácito de los técnicos de Innovación.

Desde los astilleros, dos propuestas. Por un lado, Barreras, con Enervalor Naval, presidida por el propio José Francisco González Viñas y un capital social de 400.000 euros, que figuraba en muchas de las quinielas. Pedía casi 680 MW. Del mismo negocio, otra sociedad formada por Viarsa y el astillero Armon, junto con ACS -controlada por el ex presidente del Madrid, Florentino Pérez, interesado en seguir moviendo la actividad de la compañía hacia sectores como los servicios y la energía-, optaba a 700 megavatios y con un plan industrial que, además de mejoras en el sector, con la oferta de una patente propia para la extracción de energía maremotriz mediante una planta en construcción en Boiro, además de plantas de biomasa.

Ortega y Roig

Entre los aspirantes figuraba el empresario Francisco Roig, en su momento todopoderoso gestor del Valencia Club de Fútbol. Es uno de los socios de Gaelic Wind, con 820 MW solicitados, que no han conseguido pasar la criba de Innovación.

No falta, por supuesto, el principal inversor gallego, uno de los hombres más ricos del mundo, Amancio Ortega. Aunque su interés en el reparto era relativo, sólo como accionista -desde su entorno han repetido estas últimas semanas por activa y por pasiva que se trata de una inversión financiera- de Capital Energy, interesado en conseguir 739 MW.

Al final, ellos, los más poderosos han sido los grandes perdedores en un concurso que moverá más de 5.000 millones de euros en inversiones y que cambiará el mapa eólico gallego.