Al menos cada día llega a un hospital gallego una mujer en avanzado estado de gestación, convencida de que ha llegado el momento de ver el rostro de su hijo, pero no es así. Ha confundido los síntomas y no está de parto, pero para alcanzar esta conclusión antes ha de ser atendida por personal facultativo, que comprobará que realmente el alumbramiento se va a retrasar. Para ello, basta con una comadrona, explica el jefe de servicio de Obstetricia del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS), Manuel Macía, aunque en ocasiones interviene un médico.

La futura mamá no recibe medicación, pero se la instala en una cama y se comprueba el estado del feto. También puede ser que se haga una ecografía. En la mayoría de los casos, lo habitual es, después de unas horas, darle el alta y mandarla para casa, pero los nervios de la embarazada y a veces la lejanía de su domicilio aconsejan dejarla ingresada al menos una noche porque, en definitiva, el bebé está a punto de llegar.

La atención sanitaria que se dispensa en estos casos se conoce como "falso trabajo de parto", el coste medio es de 322 euros, convirtiéndose en el tratamiento más económico de los hospitales gallegos. En 2007, hubo 570 episodios.