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"Como padre, deseo que vuelva, pero él no quiere"

M.B./ C. Carballo / D. Fernández / SANTIAGO / OURENSE / SILLEDA

Antonio Aller, padre de uno de los soldados gallegos que siguen en Afganistán, espera que su hijo Diego reciba cuanto antes el paquete que le envió la semana pasada desde A Coruña. Horas después de la tragedia logró ponerse en contacto con él, aunque hablaron sólo unos minutos. Su hijo le telefoneó desde una cabina y la cola obligaba a ser breve. En el paquete le manda un móvil. "Como padre deseo que vuelva, pero no quiere", dice resignado.

Las dificultades para contactar con la base del Ejército en Herat, las instrucciones de discreción que recibieron los soldados -para evitar hipótesis contradictorias- y los interrogantes que la investigación debe aclarar aumentan la angustia en los hogares gallegos que cuentan con algún familiar o amigo destacado en Afganistán.

La inquietud que viven los familiares ante el goteo de información la comparten algunos militares gallegos en Afganistán. Un soldado de Pontevedra de 22 años, que prefiere ocultar su identidad, asegura: "Estáis más informados en España que aquí. La mayor parte de los datos de los que disponemos nos llegan de allí".

"Suerte", por no encontrarse a bordo del helicóptero, y "desmoralización" son los sustantivos que Daniel Piñedo, soldado ourensano vecino de San Vitorio, empleó el martes para describir lo que sintió al conocer el suceso. A medio camino entre la fortuna y la desolación se encuentra también Francisco Javier Dieste, militar de Boiro que no viajó a Afganistán ya que días antes aprobó las oposiciones para ingresar en la Guardia Civil. "A algunos de los fallecidos los conocía personalmente. He perdido a compañeros y amigos", asegura.

En Galicia, Vanesa Brandón, esposa del cabo pontevedrés José Antonio Lema, cree que el Ministerio de Defensa debería ofrecer a los soldados la posibilidad de regresar a Galicia. "Debería preguntárseles, aunque creo que mi marido no desearía venir", asegura.

Avelina Varela, abuela del soldado Alejandro Parga, vecino de Chapa (Silleda), asegura aliviada que su nieto la telefoneó a los pocos minutos de conocer la noticia. "El Ejército es su vida, incluso dejó su trabajo para incorporarse. Siempre estuvo convencido de ir a Afganistán decía que era una oportunidad única", asegura.

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