Estamos en tiempos de primeras comuniones y a muchos niños de ocho años les van a regalar su primer móvil o tableta o consola de videojuegos. Al día siguiente, esta aparato ya se volverá objeto de conflicto y herramienta de manipulación: “si no haces tus tareas, si no te portas como debes, te quitaremos el aparato”. Un juego de poderes que pone en jaque la buena relación entre padres e hijos ya que lo esencial es la conexión, el hacer juntos y disfrutarlo.

Para un niño de 8 a 12 años (educación primaria), la posesión de un móvil no se justifica porque tiene que vivir verdaderas relaciones y verdaderas experiencias como practicar deporte, hacer manualidades, ir a ver una peli o quedarse sin hacer nada y aburrirse. Todo ello le permite afianzar su relación con el mundo. No considero que privarle del aparato electrónico sea un castigo sino más bien lo contrario ya que le invita a buscar otra manera de ocupar su tiempo estimulando su creatividad.

- Nathalie Lamarque, psicóloga