La (pen)última lección

Los docentes que se jubilan este curso, últimos testigos de la época de la EGB, dejan atrás cuatro décadas de profesión y una huella imborrable en decenas de generaciones: “Espero que sigas siendo tan feliz como ahora, y que te acuerdes de mí alguna vez”

La maestra de Infantil Isabel García con sus peques de Infantil en el CEIP Pintor Laxeiro.

La maestra de Infantil Isabel García con sus peques de Infantil en el CEIP Pintor Laxeiro. / Cedida

María Bueno

María Bueno

Porque al igual que los viejos rockeros nunca mueren, algunos oficios jamás dejan de ejercerse del todo, este reportaje tenía que empezar con las primeras notas de ‘Hungry Heart’ de Bruce Springsteen en el WiZink Center de Madrid; las que escuchará el profe de gallego José Armando Aboal dentro de solo unas semanas para despedir su último curso como maestro

También podríamos haber optado por el sonido del mar, para imaginarnos al director y profesor de Primaria Juan Castro pescando con sus nietos dentro de unos meses; o, por qué no, con los acordes de la canción “Y nos dieron las diez” de Joaquín Sabina, que a buen seguro escuchará la maestra de Infantil Isabel García mientras pinta uno de sus cuadros ahora que va a tener más tiempo para hacerlo. 

Si el periodismo es también mirar con otros ojos, en Faro Educa no podían faltar los suyos: los docentes que se jubilan este curso, últimos testigos de la época de la EGB, dejan atrás cuatro décadas de profesión y una huella imborrable en decenas de generaciones de alumnos y alumnas. Por delante, un mundo de posibilidades y una etapa a la que miran con sensaciones encontradas. 

Isabel García, José Armando Aboal y Juan Castro se jubilan con 65 años
y cuatro décadas de profesión. Nos hemos sentado a charlar, reír y emocionarnos con ellos para descubrir cuánto podemos aprender aún de quienes llevan toda una vida enseñando:“Los niños siempre serán niños

En una cosa coinciden: “Es hora dar paso a los jóvenes”. A ellos, a los que vienen, les animan a formarse, a prepararse y a amar una profesión que solo de ese modo podrán ejercer: con ganas y vocación, a través del cariño y el vínculo con el alumnado y también desde el espíritu crítico con la sociedad en la que viven. 

Con más recursos educativos, cooperación entre los claustros, educación emocional y menores ratios que antaño; su ilusión por ser “profe” nos enseña que reivindicar los grandes avances del sistema educativo no es incompatible con la denuncia de la excesiva burocracia o la pérdida de autoridad en la relación con las familias, en los que creen que debe seguir poniéndose el foco. 

En la época del burn out, esa en la que a menudo muchos sentimos que vamos siempre tres lavadoras por detrás y corremos sin tener del todo claro para qué, aquello de ‘escuchar a la voz de la experiencia’ cobra más sentido que nunca: nada mejor que comprobar que ésta sigue sonando serena, alegre, humilde y constructiva para retomar la perspectiva y reconectar con lo que de verdad importa.  

Durante años se han subido a un escenario sin focos, pero podrían llenar auditorios enteros de estudiantes dispuestos a aplaudirles. Este es el que nosotros hemos querido prepararles con la convicción de que tenemos aún mucho que aprender de quienes han dedicado toda una vida a enseñar, para sentarnos juntos a charlar, reír y a emocionarnos; para dejar por escrito sus historias como maestros en forma de lección, la penúltima.  

El profesor de Primaria José Armado Aboal con  su alumnado en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús.

El profesor de Primaria José Armado Aboal con su alumnado en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús. / Faro

Vocación y ganas

“Hoy mola más enseñar: hay más trabajo en equipo, ilusión por los proyectos y recursos”


José Armando Aboal

— Profesor de Primaria

A no perder la capacidad de asombrarnos nos enseña José Armando Aboal. Él, que lleva cuatro décadas al pie del cañón, que ha puesto las notas con “número, con letras y hasta con rayitas”, que vivió la época en la que las aulas tenían 45 alumnos, en lugar de 25; y en la que “la única plataforma educativa que había era papel, mucho papel, con fotocopias por todos lados”; parece sorprenderse todavía hoy cuando nos cuenta, con la voz brillante y despierta, la cantidad de nuevas metodologías y recursos que han ido surgiendo para “espabilar a los chavales”: “Bueno, y también para espabilarnos nosotros como docentes porque existen muchas más posibilidades en formación”. 

También “ha aumentado mucho el espíritu cooperativo entre los claustros, el trabajo en equipo y la ilusión por sacar adelante proyectos que merezcan la pena” y todo ello, unido, hace que “mole mucho más ser profe”. Con todo, no pasa por alto lo que mola menos: como “los constantes cambios en las leyes educativas” o “la relación con las familias”. Y así: con lo mejor y también lo menos bueno de “una profesión preciosa”, deja ahora paso a las nuevas generaciones de maestros, a las que aconseja dos cosas: ganas y vocación. 

La suya empezó pronto. Su padre “iba para cura”, pero lo dejó y se puso a trabajar en el Sagrado Corazón de Jesús de Pontevedra, el mismo colegio en el que él estudiaría la EGB y, después, ejercería como profesor con la especialidad de gallego durante toda su vida. Entró fijo el primer día, el 7 de enero del 83, al volver de la mili, porque les hacía falta gente. Pues sí, cuántas cosas han cambiado. “Bastante”, dice el maestro; “muchísimo”, se corrige a sí mismo después. 

Cuenta que cada verano tenía ganas de volver al cole a mitad de vacaciones — “Mis compañeros me decían: ‘¡Pero hombre cómo puedes decir eso!’, pero era verdad”— . Este septiembre no habrá vuelta a las aulas, pero, en lo poco que hemos podido conocerle, no creemos que vaya a tener problemas a la hora de suplir esa “gran laguna”, como él mismo la califica, con otros proyectos como la radio, la escritura o la música.  

La profe Isa, en el CEIP Pintor Laxeiro.

La profe Isa, en el CEIP Pintor Laxeiro. / Faro

Cariño y vínculo

“Que sean tan felices y disfruten de cada momento como lo hacen ahora, y que se acuerden alguna vez de mí”.

Isabel García

— Profesora de Infantil

De la maestra de Infantil Isabel García, la profe Isa para sus chicos y chicas, dice la directora del CEIP Pintor Laxeiro que es un ejemplo de vocación, siempre inventando cosas nuevas… Es la suya la clase que el alumnado está deseando que “toque”. 

Por eso, cuando la llamamos, no podemos evitar preguntárselo: ¿Cuál es el secreto para mantener las ganas con 65 años y cuatro décadas de profesión, unos 10.000 días levantándose por la mañana sin perder la ilusión? 

“No sé que decirte, no hay trucos, simplemente disfruto. Me voy a poner colorada”, se ríe García, que donde no titubea es a la hora de responder por lo que más va a echar de menos. “Los niños, los niños, el cariño de los niños”, dice hasta tres veces seguidas e insiste en la importancia del vínculo en el ejercicio de la docencia: “Cuando pensamos en nuestros profes, no nos acordamos ni de los números de las letras, sino de nuestra relación con ellos. Son honestos, son naturales, son buenos, crean un círculo de alegría que hace que te olvides de todo cuando estás con ellos, por eso tampoco me jubilé antes”. 

Si es que ya se lo dice su madre: ‘¡Mari, no te jubiles!’, y se lo dice con conocimiento de causa pues ella esperó a los 91 años para cerrar el comercio de telas que tenía en Padrón: “Sí, sí, ella insiste en que estoy muy bien trabajando, que los niños me quieren y que si no me voy aburrir, pero yo ya voy a cumplir 65 años y no quiero esperar a estar mal para jubilarme”, sonríe y reconoce que “sus ganas de centrarse en la pintura y la música y viajar o ir a Padrón a ver a su madre” se mezclan a veces con el miedo a echarlos de menos. 

A ellos, a los adultos que serán algún día los alumnos de los que hoy se despide, solo les pide dos cosas: “Que sean tan felices y disfruten de cada momento como lo hacen ahora, y que se acuerden alguna vez de mí”. 

El docente de Primaria y  director del Quiñones de León, Juan Castro, en las instalaciones del centro.

El docente de Primaria y director del Quiñones de León, Juan Castro, en las instalaciones del centro. / Faro

Espíritu crítico

¡Venga!, pues dime una cosa: ¿Hay razones para el optimismo?“ Pues claro que sí, siempre la hay en la fuerza de la juventud”

Juan Castro

— Director y profesor de Primaria

¿Que cuánto han cambiado las cosas? “Ufff, muchísimo”.

Lo de Juan Castro ha sido vocacional de toda la vida: empezó en el 83 con mucha ilusión y este 2024 cumple 65 años y 41 cursos como docente — ocho como director— en el Colegio Quiñones de León.

Ahora se ríe al otro lado del teléfono: que no le hagamos parecer “un rancio”, ni “un nostálgico”, pero al tiempo cuenta las cosas como las piensa, porque, eso seguro, a los problemas de los que no se habla no se les puede poner solución. 

Y así, describe una sociedad un “poquito desquiciada”, e “hiperestimulada”, denuncia los efectos de la adicción al móvil y las demasiadas distracciones que rondan a los muchachos y se muestra especialmente preocupado por la relación con las familias, “muchas veces más inmaduras que el propio alumnado”. 

Le parece toda una contradicción que la conciliación pase por tener al muchacho ocupado cuando debería ser lo contrario: “Conseguir que las familias tuviesen tiempo para estar con los chavales”; y anima a toda la sociedad a implicarse y responsabilizarse en la transmisión de valores: “Los colegios no pueden ser islas”. 

“No es que todo lo de antes fuese bueno y todo lo de ahora malo ni mucho menos, pero creo que sí es importante desarrollar herramientas que nos permitan contrarrestar el impacto de los contenidos negativos en internet y buscar la forma de transmitirles calma”, añade para despedirse e insiste en que no pensemos que es “pesimista”. 

¡Venga!, pues dime una cosa: ¿Hay razones para el optimismo?“Pues claro que sí, siempre la hay en la fuerza de la juventud”. Qué mejor idea de esperanza podría concebir quién ha dedicado toda una vida a enseñar.