Dieciseis semanas. Con suerte y acumulando permisos varios, 20 o 22. Casi nunca ni los seis meses recomendados por la OMS de lactancia materna exclusiva. Y las madres deben volver a sus trabajos remunerados -o renunciar a ellos mediante excedencias que merman significativamente su poder adquisitivo y cercenan su trayectoria profesional-. Empieza entonces los malabares para conciliar el cuidado de los hijos e hijas con el empleo asalariado.  

Como mágica solución aparecen las escuelas infantiles y, enseguida, como un bálsamo para acallar culpas inmerecidas, esos mantras que familiares y conocidos repiten sin cesar: “Estará fenomenal, le vendrá genial para socializar y estar con otros niños” a lo que algunos añaden eso de “así también se van inmunizando contra los virus”. 

Asunto resuelto, seis o siete horas en uno de estos centros y problema soluciona. No, más que eso, estaremos mejorando la vida de nuestros hijos porque se relacionarán con otros pequeños y adultos desconocidos. Pues no. 

Vaya por delante que el trabajo que se realiza en escuelas infantiles, casas nido y demás centros de este tipo es, habitualmente, impecable. Y el remiendo a una situación injusta. Niños y niñas necesitan estar en contacto con iguales, pero siempre en un ambiente de seguridad que proporcionan sus figuras de apego. Y que decir de ratios, periodos de adaptación....

Así que medidas como, por ejemplo, la gratuidad de las escuelas infantiles públicas desde el primer hijo son dignas de aplauso tanto en cuanto persiste un problema estructural mucho más profundo. La verdadera conciliación siempre pasará por que madres y padres puedan ser los cuidadores principales de su descendencia.

Concebida al estilo de las tradicionales cartas al director, FARO EDUCA busca dar espacio a vuestra voz con una nueva sección: ¿y tú? ¿qué opinas?"

Si estás interesado, puedes enviarnos ya un correo a contacto@faroeduca.es, con el asunto “¿Y tú? ¿Qué opinas?” en mayúscula. Los textos deben presentar 

una extensión de entre 250 y 300  palabras e ir acompañados de  nombre, apellidos y una descripción de quién la firma.