Nadie lo diría a juzgar por sus más de 280 cuentos ya publicados, pero lo cierto es que la conocida psicóloga y experta en Neurociencia Begoña Ibarrola nunca soñó con ser autora infantil. El motivo por el que en realidad empezó a escribir sus historias fue ayudar a los niños y jóvenes con los que trabajaba en terapia. 

Convencida de que los libros son “medicina y un reflejo a través del que aprender a gestionar nuestras propias emociones”, presenta ahora su nuevo libro ‘Comprende a Miedo’. Aprovechamos entonces para preguntarle por una de las más temidas por pequeños, y también mayores: 

El miedo, ¿qué es?

Una emoción primaria, y cuando digo primaria me refiero a que está en nuestro ADN y que, por lo tanto, es necesaria

¿O sea que no solo resulta inevitable, sino que también es deseable?

Claro, porque es la emoción que garantiza nuestra supervivencia. Nos hace sentir mal: sí, pero es fundamental para que reaccionemos ante el peligro. De hecho, hay casos de personas con lesiones cerebrales que le afectan a esta emoción que, posteriormente, no sobreviven.

Otro ejemplo: los bebés que gatean se paran cuando llegan a un vacío sin que nadie se lo haya enseñado ¿por qué? porque el miedo a las alturas está en nuestro ADN biológico. Lo mismo ocurre con el fuego. 

Pero no siempre es operativa, ¿o sí?  

Ante el miedo, las personas tenemos cuatro formas naturales de reaccionar: enfrentarnos a ese miedo, huir, escondernos o quedarnos paralizados y bloquearnos. Además y sobre todo entre los menores de seis años, hay miedos que son imaginarios. 

En este sentido, hay una falsa creencia en la sociedad. Se dice: “Hay que ver qué miedoso eres”, pero esto es equivocado: nadie es miedoso, solo tiene miedos y, por lo tanto, puede dejar de tenerlos o aprender a gestionarlos.

La experta en Educación Emocional pública ‘Comprende a miedo’, recomendado
 a niños de 2 a 7 años Cedida

¿Cómo podemos apoyar a los más pequeños? 

Los adultos debemos ayudarles, enseñarles a detectar qué amenazas son reales y cuáles no; y aportarles estrategias para enfrentarse a esos miedos, porque es una emoción que nos va a acompañar toda la vida. 

En este sentido, ¿qué es lo primero que tiene que hacer el adulto? 

Mostrar mucha empatía con la emoción del pequeño. A veces, también es útil que les acompañemos ante el miedo, pero siempre respetando sus tiempos. El adulto que es empático es aquel que dice: ‘Te entiendo, yo también sentí miedo cuando…’; o: ‘Aquí estoy para acompañarte. Cuando te sientas preparado, dímelo”. Así también estamos dejando que sea él quien tome la iniciativa. 

 ¿Y a medida que van creciendo? 

Algo muy bonito es hacerles ver cómo los miedos que tenían cuando eran más pequeños, ahora ya no los tienen: ‘¿Te acuerdas de cuando tenías miedo a nadar y ves ahora lo bien que te lo pasas en la playa?’.

También funciona muy bien enseñarles que llevan el valor dentro, decirles que tienen un recurso interno para enfrentarse al miedo. Podemos utilizar ejemplos simbólicos, usar algo que puedan llevar siempre en la mano como una pulsera o una piedra a través de las que, cada vez que las vean, puedan repetirse a sí mismos: ‘Tengo valor’. 

Por supuesto, lo que nunca falla es aportar muchísima confianza, seguridad y amor. Porque el antónimo de miedo no es el valor, son el amor, la confianza y la seguridad.  

¿Qué ocurre si, por el contrario, le forzamos? 

Si negamos su emoción; la ridiculizamos: ‘Miedica’; o les obligamos a enfrentarse a ella antes de que se sientan preparados, podemos ser contraproducentes y crear adultos temerarios que, en el futuro, necesiten demostrar a los demás que se atreven a todo; o por el lado contrario: acrecentar los miedos del niño o niña hasta el punto de que dejen de ser una emoción para pasar a convertirse, ahora sí, en un rasgo de su personalidad. 

¿Por qué ‘Comprende a miedo’? 

Creo que el miedo es una emoción mal comprendida;de ahí el título. Lo primero que busco es trasladar a las familias la importancia de hablar de esto en casa, por eso incluyo un breve apartado específico para el adulto y, a partir de ahí, y a través del cuento propiamente dicho, él podrá hacer un salto de las páginas del libro al día a día de su hijo y preguntarle por las cosas a las que teme, ayudarle a identificar sus emociones… 

¿El poder del cuento como terapia? 

La tradición oriental defiende el poder del cuento como medicina y puedo decirte que funciona, lo he visto durante años. Los libros son un reflejo de nosotros mismos, actúan como un hilo de Ariadna a través del que tirar para encontrar soluciones a nuestros problemas, conocernos mejor y también aprender a gestionar nuestras emociones.