Teresa Domínguez, directora y orientadora del CRA Mestra Clara Torres, decidió durante el confinamiento que su vida laboral como maestra día a día en este colegio rural agrupado llegaba a su fin. Y así será en unos días: la jubilación. Pero para nada será, según sus palabras, el final de su trabajo. Al contrario, tiene un montón de planes, como escribir un libro sobre los CRA (Centros rurales agrupados), viajes pendientes, la presentación y el seguimiento del calendario competencial que cada año elabora a través de la Diputación de Pontevedra para los centros educativos y familias de la provincia y, como siempre ha hecho, seguir formándose y, sobre todo, seguir vinculada a la docencia. “De otra forma, pero claro, vinculada; yo no concibo la desconexión. Estaré presente para los que me necesiten”, expresa Tere Domínguez. 

Todos se refieren a ella como líder, como mujer inspiradora. Con cuatro décadas dedicadas a la docencia, las dos últimas las empleó a fondo en dar vida al CRA Mestra Clara Torres de Tui, que aglutina bajo una misma gestión a las unitarias de seis parroquias, una de ellas de Areas, donde Teresa creció.

Durante el confinamiento iba al centro educativo y empezó a recopilar todo lo hecho en este CRA desde su creación 20 años atrás. “Me dediqué a escribir la trayectoria del centro, teniendo en cuenta la decisión que había tomado, de jubilarme, y, de algún modo, dejar recopilado todo el trabajo hecho para orientar a los que se queden”, cuenta Domínguez. En ese momento recibió un correo con el tema de los Premios Princesa de Girona para elegir a la mejor escuela de España. “Creí que era una utopía; una escuela como la nuestra, dispersa, con seis unitarias, muy pocas unidades, con 76 alumnos (cuando llegamos a ser más de 150)... Pero vi que valoraban el compromiso, la ética, los valores y el impacto de las actividades del centro educativo en su entorno. En eso ví que podríamos encajar. Como soy muy atrevida y osada, lo veía difícil, pero dije: por intentarlo no perdemos nada. Y así fue, preparé un resumen y lo envié para presentar al CRA Mestra Clara Torres como candidato a esta distinción”, expresa Domínguez. Y la utopía se hizo realidad. Después de numerosos galardones, tanto al CRA como a la trayectoria y currículo de Teresea Domínguez, llegó este premio. 

"Una es maestra y tiene que estar ahí. Con unos códigos de respeto, por supuesto, también en horarios pero si un padre te llama por la tarde o incluso hacia la noche es porque te necesita y debes estar”

Dar clase en el rural, justo en la zona en la que nació y creció, fue una decisión propia. Muy meditada y muy convencida, apunta Domínguez, de que su labor como docente cobraba todo el sentido en un entorno rural, en la proximidad, en la convivencia entre generaciones, en ayudar no solo al alumnado sino también a las familias. “Yo no entiendo la educación con horarios fijos. En el sentido de cerrar el centro a las dos y hasta el día siguiente. Y he recibido muchas críticas por esta visión pero realmente lo creo así. Una es maestra y tiene que estar ahí. Con unos códigos de respeto, por supuesto, también en horarios pero si un padre te llama por la tarde o incluso hacia la noche es porque te necesita y debes estar”, cuenta Domínguez.

Trabajó al inicio de su carrera en un centro de Vigo pero, tras un tiempo, y al aprobar la oposición se planteó desarrollar su carrera docente en el rural. Y volver al origen. A sus inicios. “Creo en la escuela como compensadora de desigualdades. Fíjate, durante el confinamiento imprimía cosas en el centro y las llevábamos a las casas del alumnado”, comenta Teresa. 

 Y recuerda anécdotas de su pasado que quizás hayan contribuido a esa necesidad de dinamizar el rural, de ser partícipe de la evolución de los niños, de querer ayudar a las familias y animar a todos a superarse cada día... Empezando por las maestras del CRA, en continuo aprendizaje con formación del profesorado. 

"Como maestra creo que hay que defender a los niños, a las familias: que estén bien a nivel emocional, cultural y de aprendizaje y llevar el ser docente entre ceja y ceja: dedicación, implicación, vocación y compromiso”

“Mi madre era una mujer de campo y peleó mucho para que mi hermano y yo saliéramos adelante. Muy inteligente. Yo iba a clases particulares de Clara Torres (años después acabaríamos trabajando juntas las dos en el CRA) y recuerdo que mi madre acudía mucho a ella para pedirle consejo y opinión. Compensación de desigualdades, tan importante. Una vez, en Bachillerato, alguien le dijo a mi madre que yo no podría llegar lejos debido a mi procedencia. Algo así fue lo que le dijo. Pero ella no hizo caso. Me dio las alas que yo necesitaba para hacerlo. Sabes que quizás te va a costar un poco más pero podrás hacerlo”, recuerda Domínguez: “estudié siempre con beca, no podía suspender, y conocí bien la importancia del esfuerzo, que trato de transmitir siempre a los que me rodean, a compañeros, alumnos, a mis hijos...”.

“Soy una clara defensora de la escuela rural. Y siento que devolví algo a esta zona, después de todo lo que viví en ella. Como maestra creo que hay que defender a los niños, a las familias: que estén bien a nivel emocional, cultural y de aprendizaje y llevar el ser docente entre ceja y ceja: dedicación, implicación, vocación y compromiso”, asegura Domínguez, que apunta que lo mejor que le está pasando estos días son los mensajes que recibe de exalumnos y familias por el premio.