Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Pantallas de plata CARLOS FUENTES Alfaguara

Tú, espectador

Carlos Fuentes con el cine no se limitó a ser un espectador atento y sagaz de las películas. Conoció personalmente a muchos directores y actores, escribió guiones y vio cómo obras suyas eran trasladadas a imágenes. Fue jurado de festivales, actuó... y amó a la actriz Jean Seberg, trágicamente desaparecida, en un romance apasionado que luego relataría en la novela Diana o la cazadora solitaria. Pantallas de plata propone un viaje lúcido y entusiasta a la memoria cinematográfica de Fuentes, que no renuncia a su frondoso e inconfundible estilo para fundirse con las imágenes de su vida. El origen: "Desde su juventud, mi padre venía anotando cuidadosamente todas las películas que vio, en libros de tapas negras corrugadas, lomos y esquinas de marroquí rojo y clasificación número 6 1/2 de la Standard Blank Book". Y con todos los título puntuados de cero (la maldad) al cinco de la perfección. Aquellas libretas hablaban de amores, aventuras, risas, sueños. Pesadillas. "Al cine se entra a soñar, lector, espectador, mi semejante, mi hermano. El mundo se ha llenado de mujeres que antes ni siquiera se podían mirar. Sin el cine, ahora (tú, espectador) no las podrías tocar (igual que antes), al menos las podían ver y este era un triunfo de ellas". Catálogo: "Ojos de incendio nocturno de Pola Negri. Ojos de laguna envenenada de Gloria Swanson. Ojos de orgasmo nómada de Greta Garbo".

El cine mudo era elocuente: "No era solo tragedia y sensualidad: era risa. Y esa risa, políticamente, se asocia a la anarquía. La anarquía como la alegoría de la vida pública y del cine, mudo primero y parlante en seguida". Una confesión: "Por poco nazco en una sala de cine. El11 de noviembre de 1928, mi padre y mi madre asistían a una función de la película La bohème, adaptación de la ópera de Puccini". Fuentes repasa a las grandes estrellas, atrapa su fulgor (y su caída) en unas pocas frases certeras, brillantes. Cary Grant, Clark Gable, John Gilbert, William Powell, James Stewart... A Joan Crawford la conoció personalmente. "Las actrices de hoy se creen reinas de Hollywood -dijo mientras cenábamos en su cocina-. No saben de lo que hablan. Las reinas éramos nosotras". El cine negro, por supuesto. James Cagney ametrallado al rojo vivo, en la cima del mundo que explota en sus planos. El amor imposible de Crawford y John Garfield. Y los obreros del cine: William Wellman, King Vidor, Rouben Mamoulian, George Cukor... Capra, claro. Ah, y las reinas de Hollywood. Bette Davis la primera, mujer de armas tomar que le soltó a un director: "Oye, pobre idiota, ponte de rodillas dando gracias por dirigir a Bette Davis". Ahí queda eso. Un retrato mordaz, entregado, punzante y conmovedor. También se recrea Fuentes en Barbara Stanwyck, en Claudette Colbert ("era bella, y más que bella, interesante desde cualquier ángulo, y más que interesante, cordial, inteligente, excelente conversadora"), en Irene Dunne, en Carole Lombard... Pasos de baile: "Fred Astaire nos dice: todos podemos ser así, elegantes, gráciles, divertidos, seductores. Y el público de los años treinta agradecía esta promesa, por más que nunca se cumpliese". De Marlene Dietrich escribe: "Es una de las grandes estrellas porque no lo fue. Cocina, ropa, amantes, conciertos, rostro invencible".

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.