Mientras Europa se rinde al talento joven y entusiasta de Insigne, Chiesa, Barella...dos veteranos de colmillo afilado sonríen felices desde el fondo. Son Giorgio Chiellini y Leonardo Bonucci. Eternos, inamovibles. Setenta años entre ambos; centenares de partidos juntos en la Juventus y la selección italiana. Ellos son los únicos supervivientes de la “nazionale” que en 2012 llegó a la final de la Eurocopa en Kiev. Italia mudó su piel tras el batacazo de hace tres años cuando no pudieron acudir al Mundial de Rusia, Mancini llegó con su propuesta alegre de la mano de un grupo de futbolistas sin contaminar por viejos prejuicios, pero ni se planteó tocar a su pareja de fieros guardianes. Chiellini y Bonucci representan la Italia de toda la vida, los dos fieles centrales que convierten su área en una zona poco aconsejable para el paso. Ellos podían ser trasplantados perfectamente a cualquier selección italiana de la historia; en absoluto desentonarían por su seriedad, su contundencia y carácter.

Mancini, como tantos seleccionadores anteriores, confía ciegamente en la que para muchos es la mejor pareja de centrales del siglo pese a que la selección no se haya cobrado grandes piezas con ellos. Nadie se lo podrá achacar al rendimiento de estos dos veteranos de mil guerras que se ven como los guías espirituales y protectores de la camada de jóvenes atacantes que han dado un giro importante al futuro de la selección. A Chiellini, licenciado en Economía, le sigue correspondiendo la parte más aspera, la de combatir cuerpo a cuerpo con el delantero mñás contundente del rival. Bonucci es la pausa y la calma. Al que le gusta salir con el balón limpio desde atrás. De la mano de esta pareja Italia batió recientemente su récord de imbatibilidad. Sucedió ante Austria en la Eurocopa. Llevaban más de mil minutos sin recibir un tanto y habían superado la marca del mítico Zoff. Ahora quieren reiniciar la cuenta ante España. Esta noche en Wembley se las verán con un conocido de ambos. Alvaro Morata, su compañero en la Juventus, se enfrentará a esta pareja de centrales. Ya sabe en qué consiste ese negocio. Hace un par de años, cuando estaba en el Atlético de Madrid y le tocó enfrentarse a la Juve que acaba de dejar, Bonucci avisó en la prensa: “Ya le he dicho que tengo ganas de darle una paliza”. Y Bonucci es el poli bueno de esta historia.