Gallegos extraordinarios

De golear en el Celta a espiar para los nazis

El de Juan Emilio Gómez de Lecube es probablemente, que se sepa, el único caso de la historia en que un futbolista pasó de jugar en los estadios a convertirse en espía. Él siempre lo negó, pero los servicios británicos de inteligencia reunieron contundentes pruebas de su actividad como agente de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial

Lecube, tercero por la derecha, con pañuelo en la cabeza, en su etapa en el Atlético de Madrid (Athletic Club de Madrid). / FDV

Lecube, tercero por la derecha, con pañuelo en la cabeza, en su etapa en el Atlético de Madrid (Athletic Club de Madrid). / FDV / salvador rodríguez

Salvador Rodríguez

Salvador Rodríguez

Polo, Cárdenas, Pasarín, Reigosa, Cabezo, Vega, Hermida, Nicha, Guevara, Eguía, Lilo, Morillo… Estos eran los “nombres de guerra” de los más significativos futbolistas que integraban la plantilla del Celta en la temporada 1927-28, entrenado por un técnico escocés llamado Mr. Cowan, W. H. Cowan por más señas, del que aunque los archivos no han conseguido desvelarnos la identidad de la W y la H sí que descubren que era un gran aficionado… a fumar en pipa. Pero vamos a añadir uno más, el protagonista de esta historia: Juan Emilio Gómez de Lecube.

Fue aquella una temporada importante para el club. Según cuenta el periodista Fernando Gallego en “Real Club Celta. 75 años de historia. 1923-1998” (publicado por FARO DE VIGO), el equipo olívico participó en tres competiciones. A la primera de ellas podríamos calificarla como un ensayo de lo que luego sería la Liga profesional; la segunda era el campeonato regional de Galicia y, la tercera, una liga por grupos cuyos campeones disputaban, por eliminatorias, su pase a las siguientes fases. El Celta, como campeón de su grupo (Galicia, Asturias y la hogaño Castilla-León) llegó a cuartos de final, donde fue eliminado por la Real Sociedad. Y precisamente de la Real procedía Lecube, circunstancia que ha inducido a algunos de sus biógrafos a afirmar que había nacido en Sestao, pero hoy por hoy se sabe con certeza que su cuna fue la villa lucense de Ribadeo. Así lo constata el escritor José Cora: “Seis años antes (de su nacimiento en 1906) su padre, Luis Antonio Gómez, solicita en Ribadeo 18 pertenencias de minera de hierro a las que llama Lecube, sin duda como homenaje a su mujer, la madre de nuestro personaje. Lo más probable es que lo dos tengan orígenes vizcaínos, en concreto de Sestao, y de ahí la confusión respecto a su hijo”.

  • Juan Gómez de Lecube

    Nacido en Ribadeo el 12 de mayo de 1906. Fallecido en Barcelona el 2 de mayo de 1966.

    TRAYECTORIA:

    Además de en el Celta, jugó en la Real Sociedad, el Atlético de Madrid y el Valencia, entre otros. En 1942 fue detenido por el MI5 británico, acusado de espionaje

14 goles en 23 partidos fue el más que digno balance de Lecube en su etapa en el Celta, donde brilló como un extremo derecho (no es broma) muy rápido y habilidoso, al que la prensa apodó “La Motocicleta humana” y al que los aficionados compararían posteriormente con el mítico Gento, del Real Madrid.

“Solía cubrirse la cabeza con un pañuelo -describe el periodista Iván Fernández Ramil-, lo que se interpretó como una manera de disimular su prematura calvicie”. Su excelente temporada en el elenco vigués llamó la atención del Atlético de Madrid (en aquella altura Athletic Club de Madrid, previo incluso al Atlético Aviación), que lo fichó en 1929 y en el que disputó 39 partidos durante dos temporadas. Después lo contrató el F.C. Barcelona, pero no llegó a jugar ningún partido oficial con el club blaugrana. Su carrera como jugador finalizó en 1932 tras disputar dos partidos amistosos con el Valencia.

14 goles en 23 partidos fue el balance de Lecube en su etapa en el Celta, donde curiosamente jugó de “extremo derecho”

De carácter arisco, rasgo que le dio muchos problemas en los equipos en los que jugó, no se sabe a ciencia cierta en qué momento comenzó a interesarse por la política ni tampoco a decantarse por la ideología nazionalsocialista. Lo que sí se conoce es que durante la Guerra Civil combatió en el bando franquista. Tras la guerra, su identidad reaparece en 1942. Un año antes, en 1941, había sido reclutado por la Abwehr, la agencia de inteligencia y contrainteligencia alemana que informaba directamente al Alto Mando y al Führer, actividades para las que se le adiestró entre Madrid y Barcelona. Durante el citado año 42, agentes del MI5 lo arrestaron en la isla de Trinidad, colonia británica del Caribe. Había sido enviado desde Barcelona a Panamá, a donde nunca llegó, para informar sobre los movimientos de tropas aliadas en aquel estratégico enclave. “Deportado a Gran Bretaña -retomamos el relato de José Cora- es interrogado en el Campo 020 de West Ham, donde niega hasta la saciedad los cargos que que se le imputan, pese a que los británicos reunían docenas de mensajes decodificados suyos dirigidos a los alemanes y a que es torturado en celdas de castigo. Eso no le libra de estar en West Ham hasta 1945”. Para sus mensajes utilizaba el nombre en clave “Espina”, que era como los alemanes se referían a él. Desde Bletchley Park, el servicio de inteligencia británico captaba y descifraba estos mensajes de los alemanes y así fue como en otoño de 1941 recibieron el primero de ellos con la firma “Espina”, que les puso tras su pista. La misión que los nazis tenían encomendada al gallego era la de vigilar e informar a Berlín de los movimientos de las fuerzas aliadas a través del Canal de Panamá, un punto fundamental durante la Segunda Guerra Mundial.

Los nazis le encomendaron la misión de informar a Berlín de los movimientos de las fuerzas aliadas en el Canal de Panamá

Pese a las pruebas tan contundentes y abundantes reunidas por el MI5 contra el jugador, relata Iván Fernández Ramil que “Lecube siempre negó las acusaciones de espionaje y cualquier vínculo con la Alemania nazi, declarándose inocente de cualquier delito”. Según su propio testimonio, fue encerrado tres meses en una celda de castigo, otros cuatro estuvo incomunicado y otros dos los pasó sin poder salir de su celda. Además, fue sometido a torturas psicológicas: “Estoy siendo tratado de manera cruel, inhumana y salvaje, y sufro vejaciones e insultos” declaró cuando reclamaba su regreso a España, lo cual consiguió a finales de 1945. Cinco años después, en 1950, obtuvo el título de entrenador y dirigió a varios equipos catalanes, entre ellos el Sant Andreu y el Lleida.

El 2 de mayo de 1966 Gómez de Lecube fallecía en Barcelona. Con su muerte desaparecía el protagonista del único caso de la historia en que un futbolista pasó de jugar en los estadios de fútbol a convertirse en espía.

Suscríbete para seguir leyendo